Por: Roberto Quintanar
Parecía el destino. Los escándalos quedaron atrás una vez que en el emparrillado los Patriots demostraron que ningún equipo merecía más que ellos el trofeo Vince Lombardi. El cuadro de New England venció 28-24 a los Seattle Seahawks y consiguió su cuarto Super Bowl.
No quedó lugar a dudas. Tom Brady escribió su nombre con letras de oro en el libro de los registros más gloriosos de la NFL. No sólo igualó a Terry Bradshaw y Joe Montana como quarterbacks más ganadores en la historia del Super Bowl, sino que se convirtió en el jugador que más pases de anotación (13) ha lanzado en el duelo definitivo por el título del futbol americano. Ni siquiera dos intercepciones pudieron arrebatar el pasaporte a la leyenda que el líder de los Pats tenía sellado.
No hubo peros. Julian Edelman (quien bien pudo reclamar el MVP para él) y Rob Gronkowski fueron determinantes en combinación con el inevitable líder número 12. La defensiva secundaria de los Seahawks nunca encontró la clave para detenerles. Hasta el cansancio se había hablado de que era vital para los de Pete Carroll asfixiar a Brady para evitar lo que finalmente pasó; por momentos lo consiguieron, pero en el cuarto periodo sólo pudieron ser espectadores del espectáculo del gigante Tom.
Seattle mostró debilidades, dudas y errores que facilitaron el trabajo de los hombres comandados por Bill Belichick. En momentos decisivos, el campeón de la NFC no supo qué hacer.
Prueba de ello fue que la mejor arma de los subcampeones, Marshawn Lynch, fue desperdiciada cuando más necesitaba ser explotada. Última jugada del partido, a un par de yardas de la gloria… y Pete Carroll decidió que Russell Wilson lanzara en vez de hacer correr a “la Bestia”; la intercepción fue el resultado obvio. Así se decidió el partido. De nada sirvió que la suerte los hubiese puesto en un sitio en el que, por el desarrollo del juego, no merecían estar. Al final, los Seahawks terminaron dando regalando a New England el Super Bowl.
Por supuesto, este triunfo no borra las extrañas situaciones que rodearon el título de la AFC conseguido por los Patriots. Sin embargo, así sean castigados al final de la investigación, nadie puede poner en tela de juicio que la obtención del Vince Lombardi es merecida.
Bajo la presión del escenario y el escrutinio público, los Patriots crecieron como el titán que son y acallaron las voces que les cuestionaban. Hoy, Tom Brady puede levantar su dedo índice y presumir ser el mejor quarterback de su generación. Justo cuando el peso del mundo se posó sobre sus hombros, él lo dominó con maestría. Larga vida al nuevo rey de la NFL.