Por Sebastián Anaya
EL HOLANDÉS LOGRÓ UNA DE LAS CARRERAS MÁS SOBRESALIENTES PESE A SU JOVEN EDAD Y CORTA CARRERA PROFESIONAL
A los 28 años, Marco van Basten había construido una de las más exitosas carreras para un futbolista. Con el Ajax había conquistó siete títulos, con el Milán once y con la selección de Países Bajos consiguió la Euro de 1988. Individualmente fue galardonado con más de 25 distinciones diferentes, incluyendo el Balón de Oro en tres ocasiones, el Jugador Mundial de la FIFA en 1992 y el título de goleador en siete torneos.
Tristemente, durante ese tiempo también acumuló uno de los historiales médicos más complicados. En marzo de 1986 sufrió una lesión de tobillo que aunque requirió cirugía hasta diciembre de ese año, no sería la última visita al quirófano del holandés. En total, van Basten requirió cuatro cirugías en el tobillo que lo hicieron estar fuera de las canchas por 777 días y perderse más de 100 partidos.
En 1995 anunció su retiro de las canchas debido a que a pesar de los esfuerzos y remedios intentados, el dolor era insoportable y entrenar imposible. El mismo jugador describió que el dolor lo despertaba en las noches y que para moverse de un lugar a otro tenía que arrastrarse o contar el tiempo que le tomaba llegar para distraerse del dolor. El más leve contacto incluso le hacía morderse el labio para evitar gritar.
El 18 de agosto de 1995, van Basten se despidió frente a los más de 60 mil espectadores que se reunieron en San Siro. En 1996 se sometió a una fijación de tobillo para finalmente frenar los dolores. En 2003 regresó al futbol como entrenador. Aunque no logró conquistar ningún título, dirigió a cuatro equipos hasta 2014, incluyendo la selección nacional de Países Bajos y el Ajax.