El modesto Dudelange se metió al Benito Villamarín con la intención de sorprender a todos los asistentes al estadio. Los verdiblancos no estaban dispuestos a permitir que les pintaran la cara en casa y mucho menos a perder puntos con un novato de los torneos europeos.
Guardado comandaba esos ataques veloces que terminaban en la defensa o en las manos del portero contrario. Intentó varios disparos desde afuera del área grande, uno que otro tiro libre pero no pudo encontrar modo de meter la bocha en la portería.
Ante cualquier indicio de impaciencia, el mexa se encargaba de calmar las aguas y darle un respiro al futbol bético, estrategia que dio fruto al minuto 56 cuando Sanabria por fin pudo cabecear un balón enviado al área.
Con calma y tranquilidad lograron encontrar la llave que los condujera hacia el triunfo, pero los noventa no fueron para el Principito, salió de cambio al 66', bajo la ovación de los aficionados que le agradecían el esfuerzo y las ganas de sacar al Betis adelante.
Su sustituto encontró de nuevo portería y aumentó la ventaja al minuto 80. Sanabria pondría cifras definitivas después de una buena jugada personal. El trabajo estaba hecho y el Real Betis hizo valer su localía.