Por Rubén Ramos
La Pulga es uno de los jugadores más cuestionados por su manera de jugar con la selección de su país, la mayoría de veces que se pone la albiceleste, sale reventado por todo mundo. La verdad es que suelen ser injustos porque no puede hacerlo todo él solo, al menos se pensaba que en el Barca la rompía porque sus compañeros lo ayudaban, pero ahora parece que ahí también todo recae sobre sus hombros.
Contra Sevilla empezó en la banca, pensábamos que con el tridente de Coutinho, Dembelé y Luis Suárez no habría problema, pero vaya que estábamos muy equivocados. Durante el primer tiempo al equipo se le vio lento, sus constantes llegadas no provocaban gran peligro en la portería del Sevilla. Arrancaba la segunda parte e inesperadamente ya lo perdían dos a cero, no se veía por donde hasta que el 10 entró.
Se fue Dembelé y la cara del equipo cambió por completo, rápidamente se vio la mano del argentino, ahora si había sensación de peligro en el arco local. Los delanteros del Sevilla perdonaron al Barcelona más veces de las que tu novia lo hace contigo, Messi lo aprovechó para comandar el empate a dos goles en dos minutos.
Llama la atención que no es la primera vez que este muchacho debe sacar las papas del fuego en esta temporada, Valverde debe trabajar para que su equipo no se vuelva Messidependiente. Está bien que sea el mejor del mundo, pero al menos échenle una manita no sean así.