Por Farid Barquet Climent
A Alejandro Duchini, Ariel Scher y Ángel Berlanga. Algunos intelectuales serios habrán ocupado sus horas leyendo a Tolstoi, mientras yo leía El Gráfico.
-Roberto Fontanarrosa
Al enterarme del lamentable cierre de la revista deportiva argentina El Gráfico en los primeros días de 2018, me puse a releer el libro insignia del Director más recordado de esa publicación, Dante Panzeri (1921-1978), que la encabezó durante tres años, de 1959 a 1962, y formó parte de su grupo de redactores durante otros diecisiete.
Mientras lo releía, el libro nuevamente surtía en mí su efecto estimulante. Pero nomás hacía una pausa y dejaba de leerlo, me entraba una extraña forma de congoja, adicionada con un toque de extrañeza, provocada menos por la abrupta interrupción del disfrute de sus páginas que por una pregunta: ¿por qué el periodismo deportivo de México no ha dado a luz —o al menos yo no lo conozco— un libro así?
Fútbol. Dinámica de lo impensado fue escrito hace más de 50 años, en 1967. En aquel tiempo, la población de Argentina rondaba los 23 millones y la mexicana 47, es decir, los argentinos eran la mitad de los mexicanos —hoy son una tercera parte. Desde aquel tiempo México contaba con un estadio para más de 100 mil personas y dos con aforos bastante superiores a los 60 mil asistentes, mientras que Argentina sólo tenía un estadio de poco más de esta última cifra. Por eso llama mi atención que ni en aquella época ni después ni ahora, el periodismo deportivo mexicano haya parido un corpus de ideas en torno al futbol que tenga una sustancia conceptual siquiera cercana a la del libro de Panzeri o que sea resultado de una reflexión tan decantada y aguda.
La probable explicación no radica en que los periodistas deportivos mexicanos tengan capacidades inferiores a las de Panzeri y su generación. Más bien estriba en el lugar que ocupa el futbol en la cultura y en la sociedad de uno y otro país.
En México el futbol ha sido encajonado y aprisionado en el rubro del entretenimiento. Dicho mediante un símil que nos ofrecen las secciones de un periódico, se puede afirmar que entre nosotros, Deportes, está más cerca de Espectáculos que de Cultura. En consecuencia, al futbol se le ha abordado las más de las veces desde una superficialidad aséptica. Muy pocas son las ocasiones en que las audiencias y los lectores son invitados a escuchar o leer cuestionamientos críticos y serios sobre el manejo del futbol en el país y en el mundo, como tampoco se les suelen poner a su alcance textos o cápsulas que muestren al futbol como espejo de la sociedad, con sus grandezas y sus miserias.
Probablemente sea la existencia de un mayor grado de implantación social del futbol en Argentina —los clubes argentinos, a pesar de la fuerte incidencia que en la gestión de algunos de ellos tienen grandes inversionistas, cuentan con socios efectivos y en muchos casos la comunidad participa de la organización, a diferencia de lo que acontece en México, donde, salvo excepciones, son ramificaciones de corporativos empresariales abocadas al deporte como espectáculo —lo que explique por qué una porción mayoritaria de sus habitantes asume este juego/deporte como algo más que un simple pasatiempo— sin que ello implique caer necesariamente en la enajenación— hasta convertirlo en una auténtica manifestación cultural. Panzeri supo sintonizar con esa forma de entender el futbol y por eso con Fútbol. Dinámica de lo impensado —que a juicio del periodista español Juan Castro es “el mejor libro de fútbol de la historia”(1)— nos legó una obra que no es un circunloquio. Porque Panzeri no fue un tránsfuga de la Facultad de Filosofía metido en la redacción de una publicación deportiva. Fue un periodista que respetó al futbol y a sus lectores; que confió en la inteligencia de su público, pues nunca renunció a exponer una idea densa por la probable pesadez de su formulación; que a pesar de que algunos consideren que “su estilo literario es enrevesado y barroco”(2), fue amigo de la sintaxis y se esmeró en escribir párrafos bien logrados, seguramente en la inteligencia de que, como pensaba Marco Tulio Cicerón, “las palabras tienen valor no solamente por sí mismas, sino por el ritmo resultante de su combinación”(3).
En julio de 2013, en las páginas de El Gráfico, Andrés Burgo recordó que Panzeri despotricaba porque al fútbol “le faltaban ‘dirigentes, decencia y wines’”(4). Destilando lo mucho que extrañaba al totémico ex Director, Burgo tildó aquella proclama panzeriana de “incompleta”(5), pues consideró que al futbol, además de dirigentes, decencia y wines, le hacían falta periodistas como Panzeri, tal como, a partir del inicio de este año mundialista, al futbol le hará falta El Gráfico, la revista “más prestigiosa y añeja de habla hispana”(6), la que con Panzeri conoció días de esplendor y se convirtió tanto en vehículo de alfabetización de las masas como en escuela de reporteros y entrevistadores, la que “fue, por amplia diferencia, el medio que más disfrutó a Panzeri”(7), la que hoy, junto a él, es ya una ausencia más.
*Farid Barquet Climent es abogado, Profesor en el ITAM y en la Facultad de Derecho de la UNAM, y autor de un libro de textos de futbol, A perfil cambiado, que circula bajo el sello de Ediciones Coyoacán
Fuentes:
-Castro, Juan, “Muere ‘El Gráfico’… ¡llora por mí, Argentina!”, en Marca, 16 de enero de 2018.
-Bauso, Matías, citado por Berlanga, Ángel, “La pelota no se mancha”, en Página/12, domingo 31 de marzo de 2013.
-Reyes Coria, Bulmaro, “Prólogo”, en Marcial, Marco Valerio, Epigramas. Libro de los espectáculos y Libro I, unam, México, 2014, p. XVI.
-Burgo, Andrés, “Panzeri: anatomía de un periodista”, en El Gráfico No. 4436, 8 de julio de 2013.
Idem.
-Jara, Osvaldo, “Un cierre que duele”, en Kranear, 25 de enero de 2018.
-Burgo, “Panzeri: anatomía de un periodista”, op. cit.