Por: Ángel Armando Castellanos
Hoy se conmemora un aniversario más de la Expropiación Petrolera. En 1938, el entonces presidente Lázaro Cárdenas decidió aplicar una medida que lo cambiaría todo. Le quitó el control del petróleo a las empresas extranjeras y creó Pemex, paraestatal cada vez más en ruinas. ¿Y esto qué tiene que ver con el futbol?
El futbol mexicano en sus inicios -como el petróleo- estuvo dominado por los extranjeros. Ellos decidían quiénes y cómo lo jugaban. Para explicar la “expropiación del balompié mexicano”, es necesario hablar de tres situaciones que impactaron a nuestro país: la Revolución Mexicana, la Guerra Civil Española y un decreto presidencial.
El balón de cuero llegó al país vía Inglaterra. Los británicos eran dueños de varias minas en Hidalgo. Ahí comenzó la pasión. Fundaron varios clubes. Los españoles también fundaron sus equipos. En los primeros años del Siglo XX no había cabida para los mexicanos. Fue David Islas el primero en tener una oportunidad. Lo hizo en el Pachuca.
Poco a poco más mexicanos fueron llenando los clubes. Con el inicio de la Revolución Mexicana pocos fueron los foráneos que permanecieron en el país. El futbol, entonces, se volvió mexicano. Clubes como el Reforma, el España, el Iberia y el Asturias sobrevivieron, pero ya no eran exclusivos para los no nacidos en México.
La Guerra Civil Española trajo consigo a más ibéricos. La tradición del futbol hispano continuó gracias al España y al Asturias. Eran los años treinta y el balón se profesionalizaba. Varias instituciones de gobierno como la Secretaría de Defensa y Marina y Luz y Fuerza tenían a sus equipos y representaban el honor del poder nacional. El estatismo en su máxima expresión.
Al profesionalizarse, la Liga Mayor prohibió que los clubes llevaran nombres de instituciones gubernamentales. Así nacieron el Marte (Guerra y Marina) y el Necaxa (Luz y Fuerza). Ellos, junto a Chivas jugaban con puros futbolistas mexicanos de nacimiento. Los españoles contaban como nacionales. El España y el Asturias sólo tenían a elementos de aquella nación.
El tercer hecho que concluyó la nacionalización del futbol mexicano fue el decreto presidencial de Manuel Ávila Camacho. Impulsado por el General José Manuel Núñez, el mandatario obligó a que en la capital del país sólo pudieran actuar cuatro elementos no nacidos en nuestro territorio. Durante décadas esa situación dejó en “desventaja” a clubes como América, Atlante, Necaxa, Cruz Azul y Pumas, hasta que fue abolido.
Dos años después de la Expropiación Petrolera el España y el Asturias dejaron la Liga Mayor y quedaron sólo como clubes amateurs. Con este hecho el Necaxa volvió al profesionalismo, para desaparecer 20 años después y dejar su lugar al Atlético Español, que a su vez duró 10 años más para darle vida de nueva cuenta al Necaxa.
Después de décadas de poner filtros para que el futbol mexicano no se llenara de extranjeros las restricciones se eliminaron poco a poco. Primero se dejó de usar el término “nacidos en México” para referirse a quien tiene la nacionalidad. Posteriormente los naturalizados dejaron de contar “aparte”. Más adelante se les consideró como mexicanos dos años después de concluido su trámite ante la Secretaría de Relaciones Exteriores y hoy cuentan como nativos en cuanto juran la Constitución. Esto genera que cada vez sean más los no nacidos en el país jugando en la Liga MX.