Madrugamos locos de contentos por haber sido invitados a presenciar el entrenamiento matutino de Chivas. Para mis camaradas playenses y un servidor se trataba de un suceso fuera de lo común en la Riviera Maya. Salvo por Cancún en Copa MX o amistosos, Playa del Carmen nunca se acerca tanto a un club de Liga MX.
Pasó el camión oficial del Rebaño por nosotros para trasladarnos hacia el complejo hotelero donde se concentraba el equipo. No íbamos solos. Chicos de fuerzas básicas del lnter Playa (perteneciente a la Liga Premier) también viajaban en la unidad.
Los chicos fueron solicitados por Matías Almeyda para que formaran parte del interescuadras con el plantel estelar del chiverío y así pudiera apreciar qué tan rígidos se encontraban sus muchachos en la pretemporada. También se trató de un gesto netamente futbolero: acercar a los que sueñan con quienes han cumplido y cumplen un sueño.
Llegamos al campo de práctica y el jefe de prensa nos indicó que no habría entrevistas con el Pelado porque ya estaban pactadas tres con conocidas cadenas nacionales. Pero el DT nos cambió ese chance por la oportunidad de acompañarlo durante toda la sesión, incluido el desayuno posterior junto a cuerpo técnico y jugadores.
¡Fue mejor que entrevistarlo! Pudimos escuchar cómo se dirige a sus chavos y cómo son sus indicaciones. Vimos cómo trabaja cada jugada y cómo instruye fundamentos del balón. Apreciamos su manera de dialogar con el futbolista para brindarle confianza. El tipo transmite pasión a partir de la palabra hablada. Amable de principio a fin.
En su charla técnica incluyó a los chavales playenses del Inter para oír conceptos básicos de cara al objetivo que todo club posee que es ganar, pero con respeto a una idea de juego.
Más impacto causó por su trato con las personas. Terminado el entrenamiento no se marchó hasta atender al último aficionado o trabajador del lugar que pidió autógrafos o selfies con él. Lo mismo hizo en el restaurante con meseros y cocineros.
Finalizado el desayuno, se aproximó a nosotros para despedirse de mano deseándonos un buen día y confiado en que hayamos tenido una grata experiencia. Salcido, sentado a nuestro lado, resumió a la perfección a su entrenador: “así es él, así es Almeyda”.
Así es Matías, así es Almeyda.