Por: Ana Cruz Manjarrez
El rendimiento del Manchester United en las últimas temporadas ya no es novedad, mucho se ha hablado desde la salida de Ferguson sobre el sustituto ideal que devuelva los años gloriosos a los fieles acostumbrados a ganar. Al mismo tiempo, los rumores sobre conflictos internos han perseguido a los técnicos que toman el reto de dirigir a uno de los clubes más importantes del mundo.
A David Moyes lo señalaron hasta el final por la supuesta mala relación que llevaba con la plantilla, especialmente con Rio Ferdinand, Nemanja Vidic, Patrice Evra, quienes dejaron al equipo con el arranque del ciclo de Van Gaal. El escocés fue removido del puesto y tras el fracaso, sólo ha atinado a decir que le faltó tiempo para cumplir con las expectativas, sin embargo, no hubo más paciencia para quien no ofreció la certeza de volver a ubicarlos en el mapa europeo.
Van Gaal aceptó el compromiso de levantar a un equipo accidentado, sin oportunidad de mostrarse en Europa y para ello requirió una gran inversión de 250 millones de dólares; la más grande que se ha hecho en la historia del United. Sumó a Ángel Di María, Radamel Falcao, Ander Herrera, Luke Shaw, Marcos Rojo, Daley Blind, a un equipo que ya contaba con Wayne Rooney, Michael Carrick, Robin Van Persie, Antonio Valencia, David Gea, Juan Mata y algunos más, para conformar una escuadra envidiable.
Las expectativas son altas, los aficionados reconocen las complicaciones de sobreponerse en una liga de alta competencia, sobre todo cuando el rival de ciudad comienza a tomar clara ventaja en lo futbolístico, un motivo más de presión. Hasta ahora, Louis Van Gaal no cuenta con números ampliamente superiores a los de David Moyes, pero se reconoce en éste un proyecto con mayor claridad y toma valor la trayectoria que lo respalda.
Los Red Devils son cuartos en la Premier League, apenas rebasados por el Arsenal, y superados con 10 puntos por el Chelsea de Mourinho; siguen vivos en la FA Cup, la única opción alterna de título para la liga que se ve lejana. El objetivo es volver a competir en Europa, una costumbre que costó millones en su interrupción y mientras ocurre, el reloj y la crítica continúan el ruido detrás de Van Gaal.
Entre el fichaje Radamel Falcao, deseado por varios equipos del continente, y poco satisfactorio hasta el momento, la renovación de David De Gea, quien finaliza contrato en 2016 y es pretendido por el Real Madrid, la predilección por Robin Van Persie, a pesar de la baja en sus números, la invisibilidad de Juan Mata y una larga lista de lesiones que han mermado al equipo desde su llegada, el holandés no consigue callar los rumores.
Esta semana, el Manchester United, sin mostrar gran mejoría, obtuvo tres puntos ante el Newcastle en los minutos finales del encuentro, con efusividad, el técnico celebró la anotación de Ashley Young e intentó animar a un inexpresivo Ryan Giggs. Las imágenes se volvieron virales y las especulaciones sobre una mala relación entre ambos se desataron, los diarios ingleses dedicaron líneas a tratar de adivinar el motivo del disgusto. Menor importancia le dieron al video que comprobó el festejo del galés.
De acuerdo con ellos, Giggs no soporta la idea de renunciar a lo que han sido en toda su historia: un equipo hambriento, ofensivo, ordenado, propositivo y temible, ahí el origen de los supuestos desencuentros. Por su parte, Louis Van Gaal defendió su estilo ante los medios, hace un par de semanas cuando fue acusado de apostarle todo al juego aéreo. Incluso fue criticado por Paul Scholes, quien no tuvo miedo de calificar a este futbol como “miserable”. El comentario no fue bien recibido por el timonel.
Dirigir a un club tan mediático debe ser labor de riesgo y Van Gaal tampoco es ajeno a la polémica. Sabe cuándo poner un alto a la intromisión de la prensa en su trabajo, así lo hizo al ser cuestionado sobre este nuevo episodio: “Me molesta la pregunta, todos pueden ver que tenemos una muy buena relación. Me molesta porque los medios están insinuando cosas, así que este es mi mensaje. No estoy complacido”.
Las palabras de Ryan Giggs, encargado de sustituir a David Moyes ante su eventual despedida del banquillo, previas al encuentro ante el Newcastle silencian las conspiraciones: “Nos hemos llevado bien desde el día que nos conocimos. Él ha sido brillante para mí. Estoy aprendiendo todo el tiempo. La confianza que le da a su staff es brillante. Es distinto a como yo venía trabajando pero lo estoy disfrutando”.
Con seguridad, las notas respecto a su mala relación con algunos integrantes del equipo y especialmente con Mr. Eleven no pararán ahora. La necesidad de aclarar cada uno de estos puntos dejará de serlo cuando Louis Van Gaal consiga satisfacer el ansía de victoria que abunda en cada rincón del Teatro de los Sueños y convencer de que, si bien Sir Alex Ferguson y su legado son irreemplazables, el futbol puede volver a disfrutarse en ese lado de Manchester.