Por María José Quiroz
El futbol, como la vida, te tiene un día arriba y al otro abajo. El equipo del siglo XX, Real Madrid, tuvo un 2017 futbolistico soñado.
Mayo – La Liga Santander, campeón.
Junio – Champions League, campeón.
Agosto – Supercopa de España, campeón.
Octubre – premios FIFA The Best: mejor técnico, Zinedine Zidane, y mejor jugador, Cristiano Ronaldo.
El año natural tiene dos versiones del equipo. Cristiano Ronaldo comentó que “podríamos perder cuatro o cinco partidos y yo seguiría pensando que no hay crisis”. Por más que traten de cubrir su señalada crisis, la verdad es que quieren convencerse de que pronto la pesadilla terminará. Con cualquier otro equipo, la crisis sería catalogada como un “pequeño bache.” Pero hablamos del Real Madrid, un club con estándar de calidad y gloria que su historia demanda.
No es normal, o no es digno de los merengues perder con Tottenham en Wembley (Champions League), empatar tres partidos seguidos en La Liga ( Valencia, Málaga, Athletic de Bilbao) y empatar con Fuenalabrada en la Copa del Rey.
“No estamos en crisis. La única cosa que tenemos que hacer es no volvernos locos, ” dijo Zidane. ¡Cómo no volverse locos estando a ocho puntos del Barcelona! Mayor aún cuando no se ve progreso futbolístico en ninguna de las competiciones que participa el equipo.
Una cosa es optimismo y otra ceguera. La realidad es que Real Madrid pecó de soberbia. Hace seis meses tenían una banca de ensueño. Las ausencias de Álvaro Morata y James Rodriguez pesan. Lo que prometía ser un ambicioso plan de contrataciones juveniles como Dani Carvajal o Borja Mayoral terminó por herir a la plantilla sin jugadores de recambio que sean solución. Mientras Gareth Bale sale de una lesión para entrar a otra, Cristiano Ronaldo y Karim Benzema tienen una combinación de sequía goleadora.
Todavía hay tiempo para un plan de contingencia. Pero para ello, hay que señalar que efectivamente existe un problema. Aceptémoslo, Real Madrid vive una crisis y es hora de ponerle remedio.