Por: Gerardo Lozano
Es difícil de creer todo lo que pasó en los últimos 6 meses. Tuve una experiencia magnífica en estas semanas, gracias a la cobertura que realicé para Fox Sports, donde vi, viví y me di cuenta de muchos aspectos de todos los frentes que engloban un equipo de fútbol. Incluso cuando comienzo a escribir este texto me resulta, insisto, difícil de creer.
Cuando en diciembre pasado Santos Laguna quedó fuera de la liguilla en la última jornada al ser alcanzado en el Estadio Cuauhtémoc, las fibras más sensibles del fanático lagunero eran tan frágiles que muchos rompieron en la desesperación buscando culpables. A los jugadores, cuerpo técnico y directiva de los Guerreros les llovió feo al regresar a Torreón. Además, días después se dio a un conocer una noticia que marcaría el fin de una época en el seno santista: Oswaldo Sánchez, Juan Pablo Rodríguez y Darwin Quintero dejarían el club.
La consecución de la Copa MX fue un pequeño placebo para clamar las ansias de la temporada. Vino después la “reestructuración” con la partida de los nombres ya mencionados y comenzó una marea de rumores: “Santos ya no tiene dinero”, “Caixinha los corrió” y unos más macabros que facebookeros y twitteros lanzaban al por mayor. La verdad era que estos jugadores, figuras de la institución albiverde, ya habían cumplido un ciclo, y como consola de videojuegos de los años noventa, algunos cartuchos ya estaban desgastados y había que conseguir unos más nuevos y duraderos.
Como niño ilusionado en Navidad, el aficionado lagunero fue conociendo algunos nombres de las versiones más nuevas que llegarían a Comarca. Un tal Agustín Marchesín y Diego González, alias “El Púlpito”, llegaron de Lanús, aquel equipo granate que dejó fuera a Santos en la edición anterior de la Copa Libertadores. Pocos los recordaban y sólo fue mediante vídeos de YouTube cuando se dieron cuenta de que eran diamantes en bruto.
Luego llegaron dos águilas. Como de costumbre, cuando un icono de Santos se iba a Coapa, el conjunto americanista mandaba a sus exiliados a la Laguna: Jesús Molina, que fue pieza fundamental para el título obtenido por los dirigidos por Mohamed, además de Luis Ángel “Quick” Mendoza, quien era poco usado por el “Turco”, fueron parte de la negociación por Darwin Quintero.
A esos nombres se sumó un puñado de jóvenes ex mundialistas Sub-20 de Colombia 2011: Acosta, Rivera y Orrantia.
Tras la Navidad, los nuevos regalos lucían brillantes como una esmeralda, todos empaquetados en un sobre extraño. El resto de la plantilla eran los jugadores que venían destacándose. Carlos Izquierdoz quedó como el nuevo capitán verdiblanco, ya que se asemejaba al prototipo del jugador ideal de Santos Laguna. Javier Orozco, Andrés Rentería y Djaniny Tavares venían de un torneo productivo, sumando un promedio de 8 goles entre Liga y Copa MX. Néstor Calderón dejó de ser el “Todo es culpa de Layún” para convertirse en un héroe recurrente en el TSM; los silbidos comenzaron a quedar en el olvido para cambiar a los aplausos. Javier Abella recibía un voto de confianza más allá de las pifias cometidas. Adrián Aldrete fue el más regular durante todo el torneo pasado y actual. A Oswaldo Alanis se le venía un semestre de altibajos y a Néstor Araujo le esperaba una recompensa inesperada.
La temporada comenzó con dos derrotas y las críticas no se hicieron esperar, hasta tal grado que los “expertos de la materia”, como con una bola de cristal, vislumbraban una temporada de 13 puntos. Pero el futbol no es de datos y estadísticas frías; es de momentos y atributos tanto físicos y mentales, de tácticas y técnicas, de aciertos y errores, de enfrentamientos individuales y grupales y un montón de cosas que no sabemos y ni hacemos porque tanto usted, querido lector, y yo muy apenas nos levantamos a jugar un partido de futbol a la semana y hay otros “expertos” que mucho menos han pisado una cancha de fútbol amateur en 10 años.
Fue entonces que comenzaron las victorias. Santos le ganó a un desquebrajado Rayados, luego a los Gallos y a Chivas de manera apresurada. No obstante, después comenzó una debacle fuerte. Del 15 de febrero al 20 marzo, los Guerreros no consiguieron ganar ni un sólo partido; fueron remontados y alcanzados tres veces, lo que acarreó fuertes críticas a Pedro Caixinha y sus jugadores.
La desesperación fue incrementado: solamente tres puntos producto de misma cantidad de empates. De paso, Querétaro humilló a Santos 5-0 y lo eliminó de la Copa MX de manera prematura. Y para acabar se ratificó a Pedro Caixinha, cuya continuidad fue cuestionada por nosotros, los “analistas objetivos y pensantes”.
Y qué podíamos esperar, si en el momento de mayor apremio los reporteros que cubrimos el día a día del equipo fuimos de alguna forma excluidos de la información que emanaba del club.
En el cierre de torneo, el calendario fue benevolente con los verdiblancos. Le ganaron y muy apenas a Morelia, perdieron ante Pumas y ahí fue cuando todo cambió de manera radical.
“¡No somos los pendejos del torneo!”, exclamó de manera exaltada Pedro Caixinha debido a varias impresiones de parte de los nazarenos en las últimas jornadas. Pero el futbol no sería tan emocionante sin esos errores; a veces ganas a veces pierdes ¿Se le cargaba la mano a los Guerreros? Tal vez ¿Se ganó enemigos Pedro? Seguramente ¿Harían algo al respecto ambas partes? Quizás.
Las últimas fechas se convirtieron en oportunidades. Una vez más, Santos le ganó a un rival sumamente débil y necesitado como Leones Negros. En la penúltima jornada, parecía que el camino se aclaraba cuando triunfaron en Pachuca y en la última jornada, otra vez ante Puebla, fueron empatados y a depender de otros para asegurar su pase a liguilla. Gracias a la ineptitud de Cruz Azul, Rayados, Tijuana y Toluca, los laguneros se colaron a la liguilla.
Y como el ave fénix, Santos resurgió de la cenizas. Le tocó bailar con la más fea, el superlider Tigres. En casa, los Guerreros se fueron con un empate que no les beneficiaba para nada porque les obligaba a ir a ganar al Volcán. ¡Vaya forma de hacerlo! Marchesín demostrarba que era el mejor portero de la Liga; Araujo se fajó como un zaguero confiable; Molina y González destacaban como los escudos protectores y agresivos del mediocampo; Calderón, calladito pero muy efectivo, y los delanteros haciendo su chamba. Una descolgada brutal de Calderón y Djaniny le dieron el pase a Santos a semifinales… un batacazo. Ahí fue cuando los villamelones abundaron y a los trolls reventadores se le acabaron los datos o les negaron el acceso al cibercafé.
Llegó la semifinal contra Chivas y en la ida los aficionados de la Laguna dejaron que muchos sectores del TSM se pintasen de rojiblanco, situación que molestó a más de uno de los jugadores santistas. Empate a ceros con destacada participación de Marchesín y Michel y en el Omnilife… la proeza, la oda al futbol agresivo de Caixinha y la desgracia del juego pichicato y especulativo del “Chepo” de la Torre.
La Final, lo impensable: póker de goles de Javier “Chuletita” Orozco, (sí. ese mismo que duró casi 7 meses sin anotar gol en liga), un juego prodigio de Santos Laguna, rozando en la perfección, claro, con la colaboración de los errores de Gallos Blancos. El TSM desde hace 3 años no se sentía así, con esa vibra apasionada, con cánticos al por mayor. Pero qué se puede esperar de una afición dada al berrinche y exigente cuando en el torneo regular los “dejaron morir”.
La vuelta fue una tragicomedia. Los tres goles de Querétaro en el primer tiempo hacían pensar lo peor; vinieron el show ridículo de Ronaldinho y los últimos minutos de tensión colectiva más grande que he vivido en mi vida.
Al siguiente día, el desfile como los cuatro anteriores fue algo emocionante, con sus detalles pero con una satisfacción que se reflejaba en todas las caras sonrientes, llenas de felicidad en niños, jóvenes y adultos. Un título que le viene a nuestra región como un bálsamo de alegría en medio de una crisis socioeconómica que vive la Comarca.
Santos Laguna es campeón, un campeón impensable.