Por Roberto Cohen
Estamos a pocos días de vivir el clásico más importante en el mundo del futbol y todos tenemos gran expectativa. En este caso no quiero hablar de estadísticas ni de quien tiene más puntos en la tabla o de quién pasa por un buen o mal momento, en este caso quiero hablar de nosotros, los aficionados.
Estos dos equipos no sólo son grandes por sus títulos y jugadores, son grandes porque tienen la mayor afición a nivel mundial, aficionados fieles que compran la nueva playera temporada tras temporada, que viajan desde todas partes del mundo para verlos jugar, pagan por boletos con precios exorbitantes, que buscan zafarse de la chamba para prender la tele o incluso madrugan para verlos a las 6:00 am en un sábado. Por eso lo que esperamos de este clásico es un espectáculo de primera, es el precio justo a pagar por nuestra fidelidad.
Esperemos un clásico que nos dé a disfrutar a estos dos monstruos que llevan años robándose récords, a dos equipos que por más odio que se puedan tener se necesitan entre sí. Esperamos un clásico que sea tema de conversación por semanas sin importar el resultado, este clásico tiene que jugarse con el corazón en la mano, no por los tres puntos, sino por el orgullo de vestir esos uniformes y aun más por nosotros que sacamos esas mismas camisetas cada que juegan, porque como dijo el maestro Galeano “Jugar sin hinchada es como bailar sin música”.