Por: Ángel Armando Castellanos | @aranha_azul
Lo dijo José Manuel de la Torre: ningún entrenador sale bien de la Selección Mexicana. Así ha sido casi siempre en la historia del equipo. En las últimas décadas sólo Javier Aguirre se fue para tomar un reto mayor. Ningún proceso -salvo el de Lavolpe- ha durado al menos tres años. Pero, ¿por qué sucede esto? Aquí algunas posibles causas.
Falta de resultados
Es la razón por la que la mayoría se han ido. Dejan en riesgo la calificación al Mundial o fracasan en competencia que en teoría no tendrían que representar mayor dificultad.
Mal manejo de la prensa
En cuanto los resultados no se les dan empiezan a ser cuestionados por la prensa. Se molestan, empiezan a tratarla mal y eso se traduce en portadas poco halagadoras que presionan para que sean cesados.
Vestidores rotos
Si sus ideas no son del agrado de los jugadores, se comienzan a formar grupos. Ellos son apoyados por el auxiliar técnico. Los resultados -o las formas- no se dan y se acaba el romance entre el estratega y la selección.
Poca humildad
Cuando un entrenador se aferra a su esquema y el funcionamiento se vuelve predecible los resultados no se dan. Llegan los cuestionamientos de la prensa y el cese se vuelve cuestión de tiempo.
Demasiado permisivos
Si el entrenador no tiene el carácter suficiente para evitar fiestas en concentraciones se vuelve más importante la fotografía de un jugador embriagado que el resultado final. El grupo luce desconcertado y eso se refleja en cada partido.
Mucha publicidad
Le pasó a Miguel Herrera. Se concentró más en grabar comerciales que en entrenar. Los resultados no se dieron y de inmediato fue objeto de cuestionamientos. Él no entendió que tenía que parar a tiempo y el equipo no funcionó como él quería.
Intromisiones familiares
Cuando un entrenador decide involucrar a su familia en las concentraciones es cuestionado de inmediato. Si la relación entre él y sus fraternos no es buena, las tensiones se trasladan al grupo y se vuelve cosa de tiempo su salida.