Por: Raúl Garrido
El pasado mercado de verano Álvaro Morata se fue de Chamartín en busca de minutos. Llegó a Turín pese a la negativa de la afición merengue. A Florentino no le importó. Álvaro, como en su momento Roberto Soldado, Negredo o Fernando Morientes, regresó a casa defendiendo otros colores e hizo el gol que no sólo dejó fuera al equipo que lo vio nacer como futbolista, sino también frustró la final soñada contra el Barcelona.
Como Samuel Eto'o, Morientes, e incluso Luis Enrique, miembros del club de los inexorados, Álvaro ha triunfado fuera del Bernabéu. Pertenece a ese selecto grupo conocido como Los desterrados, que tiempo después, cuando se han forjado un camino lejos de Madrid, los termina sufriendo. Les pasó con Eto'o cuando se marchó al Mallorca y después al Barcelona. Con Soldado en el Valencia. Con Luis Enrique convertido en blaugrana. Y ahora con Morata defendiendo a la Juventus.
Lo de Eto'o fue un caso particular. Se hizo visible en el Mallorca y volvió a pedir una oportunidad de blanco. No se la dieron. Fichó por el Barcelona y se cansó de marcarle. Alzó dos pichichis y le dedicó públicamente una liga. Desde aquella época, al equipo de Chamartín no le había dolido tanto un gol en puerta de sus canteranos como el que marcó Morata en el Bernabéu para echarlos de la semifinal en Champions.
Morata se ha ganado un lugar en el 11 titular de la Juventus. Está conectado con Tévez y es una pieza importante en el equipo para conseguir el triplete. El cariño de la afición se lo ha ganado con goles y buenas actuaciones. Este miércoles demostró que en la cancha le pudo pelear un lugar a Benzema.
El gol de Morata le ha valido jugar la final de la Champions League. No por ello deja de ser el tanto más amargo que ha marcado en su carrera, según ha dicho en la zona mixta: “Tengo una sensación agridulce. Estoy feliz por jugar la final de la Champions”. Álvaro evitó la final soñada en Europa, la posibilidad de que el equipo merengue fuera el primer bicampeón en el nuevo formato del torneo continental, pero también le dio una dura lección al Real Madrid. Le enseñó su credencial de los inexorables ex. Le enseñó que fuera de la casa blanca hay vida. Y se demostró a sí mismo que la decisión de abandonar el nido fue correcta.