Miedo. Quizás sea la palabra más repetida en los últimos días en Madrid en relación al Clásico del próximo sábado. Por primera vez la lesión de Messi, el frágil momento anímico de Cristiano Ronaldo o el delicado estado del hombro de Sergio Ramos han pasado a un segundo plano. La psicosis creada tras lo sucedido el pasado viernes en París, ha dejado en segundo término el asunto deportivo, para primar lo social e incluso lo político.
Se habla de tres cordones de control de acceso al estadio, de 1.200 policías, del mayor despliegue policial en la historia del fútbol español, de 1.500 guardias privados de seguridad, de revisar mochilas, bolsos y hasta bocadillos, pero lo que realmente teme la gente, el aficionado y el que no lo es tanto, es porque pueda suceder algo que no tenga nada que ver con el fútbol y sí con el terrorismo.
El futbol parece haber pasado a un segundo plano. Poco importa. Las portadas las acaparan policías con el rostro pixelado y no son para los héroes que dan vida y alegría a los aficionados. Las acaparan esos que serán encargados de que el partido se pueda llevar a cabo. Todo está en manos de las fuerzas de seguridad y desde la tarde de mañana, todos los vehículos estacionados en los alrededores del Bernabéu serán examinados al detalles. Perros policías buscarán armas, explosivos en la grada, en los alrededores y hasta en las alcantarillas. Todo sea por la tranquilidad del que acuda al partido.
El objetivo del despliegue es que todo vuelva a ser normal, que la pelota pueda rodar en el Santiago Bernabéu y que el futbol vuelva a ser el protagonista. Benítez y Luis Enrique querían tener a sus jugadores para poder preparar el Clásico de la mejor manera posible, pero se han encontrado con un clima que invita a pensar en otras cosas, pero ahí está su labor de psicólogos para lograr que se centren en el deporte.
Por cierto, Messi estará en el Bernabéu. Algunos dicen que en el once titular. Otros que esperar su oportunidad mientras el rival se cansa. Lo cierto es que llegará a tiempo para asustar a ese estadio que hace diez años aplaudió a Ronaldinho, pero que el sábado buscará aplaudir a los suyos.