No es mentira lo que le pasa a México, la polémica sobre su fiesta parece que sí los marcó dentro y fuera de la cancha. El vestidor está roto, los jugadores implicados no querían ni verse.
El respaldo para HH y para los fiesteros, parece no estar presente, eso es lo que todos recriminan, la falta de unión. Todos esperábamos que no lo transportaran a la cancha, pero la realidad fue otra.
Todo quedó demostrado cuando cayeron los pepinos, en vez de animarse, de darse ánimos, prefirieron bajar la cabeza. En el gol de Eriksen perdieron la cabeza, en la marca, en la lucha por el balón. Al ver que uno falló, poco les importó, el problema era de él, no de ellos.
Márquez ya no es el mismo, entró para el segundo tiempo, pero duró 15 minutos, no estaba para más. Ni siquiera el Káiser pudo hacer frente a la adversidad ¿Y saben qué es lo peor? Que sigue Alemania… Nos toca enfrentar a los campeones del mundo y el panorama con un equipo sin unión, no pinta favorable.