Leo Messi no encuentra ese entorno que tanto procuraba Pep Guardiola que tuviera el argentino. El delantero está peleado con el bienestar, con la felicidad que antes tenía y que ahora no aparece. Según apuntan diferentes fuentes, se siente perseguido por las críticas, por sus problemas con hacienda, por los comentarios a raíz de sus vómitos y cada día lleva peor los insultos y abucheos de las aficiones que no visten de azulgrana.
Esa ausencia de felicidad también aparece por un factor que tiene más importancia de lo que el gran público le está dando. Hablamos del asunto deportivo. Y es que el vestuario del Barcelona empieza a dudar de todo, empezando por el éxito de la gestión de Luis Enrique del grupo y, por tanto, de la consecución de títulos y de grandes triunfos.
En las últimas semanas la tensión alrededor de Messi ha ido creciendo. Todo ha terminado desembocando en las palabras del jugador, en las que cuestionaba su futuro e incluso su presente en el Barcelona. La relación del entrenador con la plantilla se ha deteriorado. No ha estallado ningún problema que capitalice la atención más allá de la suplencia de Piqué, pero la confianza no es la misma. Luis Enrique no desprende la seguridad que le hizo triunfar en el Celta y los jugadores no terminan de encontrar el punto a un entrenador que da muestra de no tener claras las cosas y en el vestuario ya cunde cierto desánimo ante lo que puede ser una temporada en blanco.
Messi es el fiel reflejo de esa desazón. El problema con el argentino es que arranca de tiempo atrás. No es nuevo ese malestar y por el que ya abrió la puerta hace un año. El añadido de lo que siente como mal deportivo, ha hecho que aumente esa sensación de eventualidad en la que se ha convertido su futuro como azulgrana.
La relación con la directiva, pese a la renovación de contrato firmado horas antes de marcharse rumbo al Mundial, tampoco es buena. Messi se siente traicionado por algún directivo que cuestionó su fútbol y el posible aumento de sueldo año y medio atrás. No lo olvida y en Argentina ha filtrado que nunca perdonará que se pusiera en duda sus méritos para aumentar y mejorar su contrato.
A partir de todas esas disputas, sin dejar de lado el contencioso que mantiene con la hacienda española, la imagen de Messi es otra. Ya no encuentra en el fútbol esa felicidad que siempre parecía irradiar y que le ha llevado a perder es trono mundial que parecía iba a permanecer de su lado de por vida. Messi se cuestiona su futuro… como jugador del Barcelona.