Por: Raúl Garrido | @RauGarr
Maradona despuntaba a finales de los 70 con una zurda privilegiada, cambiaba el ritmo, marcaba, asistía y gambeteaba a los rivales. Los grandes volteaban a ver al equipo de La Paternal, Argentinos Juniors, gracias a la habilidad del joven canterano de gran proyección. De inmediato lo quiso River Plate, el equipo millonario de Argentina, y también lo buscó el Barcelona desde España, pero el Diego optó por hacer caso a la familia y fichar por Boca, pese a que la economía de los Xeneizes no era estable.
Poco antes de que esto ocurriera, se acercaba la Copa del Mundo en casa, 1978, y César Luis Menotti tomó una decisión fuerte, que provocó el linchamiento de un sector de la prensa: dejar a Maradona fuera del Mundial. Al Diego le dolió dicha decisión, “Al Flaco lo quiero mucho, pero nunca le perdoné que me dejara fuera, y él lo sabe”, comentaría años después en alguna entrevista. Pero Menotti lo llevaría a la Copa del Mundo del '79, en Japón, donde la generación de Maradona deslumbraría al mundo.
Argentina jugó de manera increíble la competición, siempre con seriedad y pensando en marcar, marcar y marcar. Prueba de ello son los 20 goles que anotaron, por sólo dos encajados. Si bien Diego Armando Maradona deslumbró al mundo con su calidad y técnica, había gente como Gabriel Calderón o el propio Ramón Ángel Díaz que también se hacían notar en la cancha. Grandes equipos como Polonia, Yugoslavia, Uruguay, y la URSS, fueron víctimas del accionar de la Albiceleste.
El Diego se vio coronado con el Balón de Oro del campeonato, además de quedar segundo en la lucha por la Bota de Oro con seis goles, misma que fue para su compañero Ramón Ángel Díaz con ocho tantos. La generación de Maradona brilló, y Diego dejaría La Paternal para irse a la Boca y después cruzar el charco para jugar con el Barcelona, triunfar en la Napoli y ganar la Copa del Mundo con Argentina en México '86.
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