Todo comenzó el 5 de abril del 2009. Rafa Muñoz, plusmarquista, había ganado el campeonato mundial en 50 metros mariposa. La prensa buscaba entrevistarlo a como diera lugar, pero él no contestó el teléfono.
El estar sujeto a tanta presión mediática tuvo un efecto negativo en él. Decayó su ánimo. Empezó a tomar. Se encontraba deprimido y no quería salir a ninguna parte.
“Tenía sólo 20 años y no tenía esa madurez para sumir la repercusión mediática. Si no te han formado o asesorado, es duro. Te encierras tanto en el deporte que caes en ese pozo depresivo. Había estado sin nadar 15 días antes del Mundial de Roma y me fueron a ver mis padres porque no quería competir. Tenía miedo de lo que podía conseguir, de mis capacidades”
A pesar de sus dudas, Muñoz regresó de Italia con dos medallas. Pero el daño estaba hecho. No quería sacar los premios de su maleta. Estaba distraído y le llegaron multas por no acudir a los controles antidopaje. Tenía pocos meses de vacaciones, pero él decidió extenderlas a cinco meses, tiempo en el que estuvo tomando.
Su falta de actividad le provocó un sobrepeso de casi 100 kilos. Dudaba entre continuar o retirarse para siempre.
“Fueron cinco meses de mi vida los que bebí, pero no he vuelto. Intenté suicidarme dos veces. Vivo en un quinto, con eso te lo digo todo. Llegas bebido… al final uno tiene sangre y cabeza, y me tuve que poner en manos de un profesional”.
Ahora, a sus 28 años, vive retirado de las albercas. La presión quedó en el pasado y hoy puede disfrutar el tiempo con su esposa e hijo.