Por Javier Carrillo
Cuando en México estamos con toda la actitud de llegar al primer partido a golear a los últimos campeones del mundo, los seleccionados alemanes ya no pueden controlar los nervios. ¿Qué pensarán estos días antes de su debut en la máxima competencia futbolera?
“Ya valimos”
La final de Copa debió ser un golpe de realidad para la mayoría de los seleccionados alemanes. Debieron notar la calidad de Carlos Salcedo para ser una muralla y saber que el Frankfurt se dio el lujo de guardar a Marquito Fabián para no hacer un juego tan disparejo.
“Ojalá no sea titular”
Tendrán un dolorsito en el pecho, de esos que no te dejan dormir en paz. En una de esas verán otros convocados como ChichaDios, el Hermoso Peralta o el Principito. Desearán que Juan Carlos Osorio no los mande a la cancha.
“¿Para qué me convocaron?”
Al seguir en la revisión de la lista leerán un nombre que pone a temblar a cualquiera, Hirving Lozano. En ese momento les caerá el veinte y mejor buscarán una excusa para no ir a Rusia, no vaya ser que hagan el ridículo frente al Chucky.
“¿Por qué quise jugar futbol?”
Empezarán a estudiar al Tri para darse cuenta de que van a chocar contra un muro. Literal, los defensas mexicanos serán impenetrables. Entre Salcedo, Layunowsky, Héctor Moreno y Diego Reyes, no habrá ni un solo espacio. Definitivamente se equivocaron de profesión.
“¿Para qué nací?”
La esperanza muere al último y he ahí el problema. El último mexa al que se enfrentarán será Memo Ochoa, campeón de Bélgica. Con ver a Paco Memo convertido en un pulpo se lamentarán de haber nacido.