Cada cabeza es un mundo y más si se trata de Juánaticos ansiosos que deseamos el comienzo de la Copa del Mundo. A pocos días de que tengamos nuestra primera decepción en Rusia -todos sabemos que el partido inaugural será igual de aburrido que ver un Pumas contra Querétaro al mediodía-, nos preguntaremos si valió tanta espera para esto.
Según nuestra intensidad, aparte de lo organizado que seamos en nuestras vidas, o la cantidad de chamba que tengamos, será la anticipación que le dediquemos a la planeación de este Mundial. Yo, por ejemplo, al mismo estilo que el DT de la Selección, cuento con una carpeta en que empalmé semanas de vacaciones de mi trabajo godín con semanas de un proyecto en el que participo como voluntario. A eso sumé las entregas de tarea en la maestría. Todo lo hice con el objetivo de poder ver los partidos de México. Creía ser un pro para esto, pero al final todo falló y ahora me perderé dos de los tres partidos del Tri.
Tengo ya 31. Muchos creerán que a esta edad el Mundial deja de ser relevante. La realidad es que no. Deja de ser prioritario, eso sí. El alma se alimenta de goles, pero no tu organismo. Como buen Juanático chavorruco, me sujeto con toda mí fuerza a aquellas cosas que me han hecho feliz en época mundialista como echar la reta y conseguir la playera original de la Selección Mexicana; mi papá me la compraba en un mercado en Iztapalapa, pero yo la veía igualita a la que usaba Jorge Campos.
Otro ritual que este año repetí fue intentar llenar el álbum Panini. Debo confesar que debido al excesivo precio de los sobres, me hubiera gustado que todavía existiera la antigua versión semanal de La Jornada. Ahora todo ha cambiado. Observo mamás que intercambian las estampitas por sus hijos.
Los precios de las playeras alcanzan casi los dos mil pesos y ya no hay tiempo para la reta. A pesar de todo esto, el ánimo mundialista no decae. Ahora pego las estampitas junto con mi novia, que lo que menos le interesa en esta vida, y de lo que menos sabe, es de futbol. Dice ser del Ame, el chiste se cuenta solo.
Todavía compro réplicas y tengo un equipo con amigos que, al puro estilo llanero, jugamos los domingos contra equipos llenos de panzones. Antes miraba desde el coche partidos en que la técnica individual al parecer era lo que menos atraía, pero cuando llegas a cierta edad te das cuenta que es la única opción para practicar este deporte.
El futbol y los Mundiales aún no terminan para mí. Siento la misma emoción que en los penales contra Bulgaria en Estados Unidos '94, lamentablemente mi primer recuerdo. Tengo la certeza de que esta sensación se mantendrá durante varios años más porque el futbol en mi vida es lo más importante de lo menos importante.
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