Por: Dante García
Su rostro recuerda al de un niño; el físico no es precisamente su mayor fortaleza, pero trabaja la última línea con una lectura de maestro. Cuando barre lo hace con precisión de cirujano y hace frente a cualquier reto como lo harían los más grandes: sin miedo a nada. Llegó a Madrid con 18 años y desde entonces no ha hecho más que cosechar elogios; ahora es titular en la selección de Francia y pieza clave de un equipo que deslumbra al frente.
Ha hecho frente al Manchester City, Barcelona y United, siempre obteniendo altas notas. No se le recuerda un solo partido desastroso y ha ganado credibilidad con el paso del tiempo. Ahora es respetado como un gran futbolista y no sólo como una promesa a futuro. Es el objeto del deseo de Mourinho, pero algunos creen que su futuro será siempre merengue. Un compatriota le llevó a donde hoy derrocha talento. Zinedine Zidane le puso un ojo encima y lo encumbró al punto en que ahora se encuentra.
Titular indiscutible en su selección, es un estandarte de la nueva generación de talentosos futbolistas franceses. Paul Pogba, el otro referente. Hace un par de años quedó fuera de la lista final gala de cara a la Eurocopa del 2012; lejos de señalar su exclusión como una injusticia se puso a trabajar a tope. Brasil 2014 fue la revancha para el nacido en Lille, Francia. Arrancó en el futbol a los siete años de edad, y en palabras de su primer entrenador, Hubaut Benedict, Raphaël Varane nunca vio al futbol como un simple juego.
Antes de cumplir 15 el Lens de Francia le fichó luego de observarle con detenimiento. Su madre, maestra de profesión, le guio siempre por el camino del estudio, pero el talento de Varane no se forjó para permanecer al interior de un aula. Cuando cumplió 16 ya jugaba en el sub 19 de su institución, y una plaga de lesiones le abrió la oportunidad de debutar en el máximo circuito francés. Tenía 17 años cuando apareció por primera vez en la Ligue 1. La 2010-2011 fue su única temporada en su país. Sólo 24 partidos necesitó para recalar en el máximo ganador de la Champions League.
En Francia, ni el ser un profesional del balompié le salvó de las labores escolares; el nacido en 1993 combinaba el futbol con la escuela. Cuenta que en una tarde como cualquier otra, realizaba las tareas pendientes para el colegio cuando sonó el teléfono celular: “‘Alo, Raphaël, te habla Zinedine”, escuchó por el móvil. No creía lo que ocurría y respondió con un “Lo siento, pero estoy estudiando para mis exámenes ¿Me puede llamar más tarde? Segundos después reaccionó y notó la magnitud de sus acciones. Afortunadamente para él, para el Madrid y para la selección francesa, el teléfono volvió a sonar.
En el vestidor merengue le llaman ‘Don Limpio’, haciendo referencia a un producto del hogar, pero en alusión directa a su exactitud para robar el balón. Mourinho se refería a él como “El hijo de Zidane”, y no precisamente con buenas intenciones. ‘The Special One’ nunca tuvo una buena relación con ‘Zizou’ y no veía con buenos ojos que incluyeran en su plantilla a un futbolista que él no había solicitado. Varane aprovechó al máximo las pocas oportunidades y Mou terminó por enamorarse de su juego. Otros le llaman ‘El Monje’ por introvertido y dedicado, pero más allá de sus múltiples motes, es el central de Francia: el espigado camisa cuatro que es una garantía se pare donde se pare.