Por Alberto Rivera
Juanáticos, ¿se imaginan una historia tipo Cenicienta pero en el futbol? Bueno, pues existe.
Gabriel Jesus, antes de ser ese centro delantero letal que hoy conocemos por formar parte de un City dominante en la Premier y de una poderosa selección brasileña, fue protagonista de una interesante historia de superación.
Nacido en una familia pobre y con un gran talento para el deporte más querido del mundo (como casi todos los grandes futbolistas brasileños) tuvo una difícil juventud en la que él mismo reveló haber participado en los preparativos del Mundial de Brasil 2014, con una foto en la que se le ve pintando calles descalzo, algo difícil de imaginar en alguien que hoy es el heredero del 9 de la Selección de Brasil.
El 7 de Marzo de 2015 debutó con el Palmeiras y desde el primer instante, se mostró como un killer del área.
Un año después, fue convocado para formar parte del equipo representativo de Brasil que enfrentaría los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro 2016, para mas tarde ser los ganadores de la medalla de oro y así, lograr lo que 4 años atrás nuestro Mexicanpower (comandados por nuestro Hermoso Peralta) les había negado.
Después de ganar la presea dorada, Manchester City logra comprarlo por 32 millones de euros para en poco tiempo destacar y lograr ser uno de los preferidos por Pep Guardiola (y eso no es nada fácil, pregúntenle a Zlatan) y uno de los goleadores del líder de la Premier.
¡Ojo con él en Rusia! Ahí estará y ya no para pintar calles; sino sonrisas con goles.