¿Y si Cristiano Ronaldo no hubiera nacido? ¿Y si su mamá lo hubiera abortado? Eso pudo pasar. No por problemas de salud. Por decisión propia. Lo cuenta en el documental que se estrenará el próximo nueve de noviembre. De eso le habla a El País. De eso y de su carrera. Messi y los balones de oro. La fama y ser guapo y rico.
“Fue un hijo no deseado, pero me ha dado tantas alegrías y todo lo que tengo se lo debo a él. Quería abortar; Dios no quiso que ocurriera”, revela Dolores Aveiro en declaraciones que reproduce el rotatitvo español.
Cristiano le ha dado tres balones de oro. Desde 2008 la competencia es casi exclusiva entre él y Lionel Messi. Le dolía ver al argentino ganando ese trofeo más veces que él. Llegó a pensar, “¿Para qué voy a la Gala?”.
Entiende la rivalidad. “Quizás para tí el mejor sea Messi; en mi cabeza, soy yo.”, asegura. También se defiende. Lleva ocho años en la cúspide. “Nómbrame a otro que lo haya hecho”, solicita al entrevistador.
Mantenerse entre los mejores tanto tiempo tiene sus bemoles. A Cristiano no le gusta perder. Grita y lo admite. “Mi temperamento me lleva a exagerar. Pero es parte de mí y quien trabaja conmigo lo sabe”.
Llegar hasta ahí no ha sido fácil. Su infancia fue dura. Creció en medio de la pobreza. “Si no se hubiese dedicado al fútbol, probablemente se habría dado a la droga”, cuenta.
Su padre tuvo que ver en esa infancia. “Estaba borracho casi todos los días. Hubiera querido que estuviera más presente”, añade.
Todo su esfuerzo ha tenido más reconocimientos que balones de oro y títulos. El cariño de sus fans es quizá el más importante. “Hace años fui a un hospital en Lisboa. Cuando un niño me vio, su electrocardiograma se disparó. Corrí a abrazarlo: ‘¡Uuuuuy! ¡No te preocupes!”, comenta.
Más allá de sus admiradores hay quienes lo odian. Él mismo dijo hace años que era por ser “guapo, rico y famoso”. Se equivocó y lo sabe. Al mismo tiempo confiesa que necesita enemigos. “Me gusta que me griten cuando toco el balón, me motiva”, asegura.