Por Nardo Záizar
América no necesita precisamente un milagro contra Santos. Basta con que sepa definir las oportunidades que genere. ¿Por qué les digo esto? Porque ya se sabe que contra los de Torreón existe el maleficio de desperdiciar opciones claras en el Estadio Azteca durante fase de Liguilla.
El paraguayo Juan Ángel Paredes fue el primero en regar la mala suerte en el templo de Santa Úrsula. Lo hizo en el Verano '99. El Ame había sido bailado 3-0 en el norte en la ida. Para el juego de vuelta fue amo y señor del balón para buscar la remontada, pero el guaraní cometió el oso de su vida ante un lleno de amarillo y azul.
La maldición de Paredes se extendió tres años después con Moctezuma Serrato en el Apertura '02. Luego de un vibrante empate a tres en Coahuila, las Águilas tenían casi sencillo el pase. No contaban con la astucia de Jared Borgetti, quien puso en ventaja a los Guerreros.
América fue con todo por el pirulo que emparejara las cosas. Serrato se encontró con un balón que solamente necesitaba ser empujado a la red, nomás eso. Ah no, el señor se dio el lujo de fallar un gol 99 por ciento cantado. Santos ganó y dejó fuera a los de Coapa en su propia cancha otra vez.
Hoy puede repetirse la historia, salvo que Oribe y compañía tengan tino, o bien Siboldi y sus muchachos no invoquen los espíritus chocarreros de Paredes y Serrato.