Por: Dante García
Llegó a la Juventus con siete años de edad y se ha movido poco desde entonces. Ahora tiene 28 y es uno de los referentes en mediocampo de la selección azzurra; su futbol es una mezcla entre talento, precisión, pero sobre todo, esfuerzo físico. Recorre todo el centro de la cancha en busca de balones sueltos y los reparte con una precisión quizá influenciada por Andrea Pirlo. Hay quien lo compara con sus antecesores italianos, pero él se siente más identificado con Steven Gerrard, hace algunos días su rival en turno.
Su carrera juvenil arrancó como atacante, pero la visión que tenía del empastado le permitió retroceder metros y adueñarse del sector de los que más saben. Quienes lo conocieron en ese entonces lo señalaban como un talento descomunal; la inteligencia mostrada al tomar decisiones y la depurada técnica individual le permitieron destacar desde chico. El debut profesional llegó en 2006 aun jugando en la Serie B italiana. Fue uno de los pocos beneficiados con el escandaloso descenso de la Juve; sin muchos reflectores pudo demostrar su valía.
Antes de la llegada de Pogba era titular inamovible en el retorno del equipo bianconeri a la senda del éxito. Formó un triángulo de mucha clase en el mediocampo italiano. Junto a Arturo Vidal y Pirlo hizo lo que quiso en la Serie A. Una lesión lo orilló a la irregularidad en el equipo turinés, pero su talento nunca se puso en tela de juicio. Debutó en selección mayor en agosto de 2009 y desde entonces se ha ganado el respeto internacional. A Brasil se presentó ansioso y anotó ya un gol ante Inglaterra. Sabe que el mundial del 2010 no fue el ideal para su selección, pero en 2014 pretende cambiar la historia.
Hoy cuenta con 28 años y está en el pico de madurez futbolística. Con atrevimiento dispara al marco con mayor precisión que en sus primeros días y ya no es el chico flacucho que debutara en las inferiores italianas. La barba poblada señala que hoy es más hombre que nunca y un todo terreno del balón. Le apodan ‘principito’ por la elegancia al vestir y la clase al jugar. Cuando los días son difíciles sólo voltea a su antebrazo derecho. “Impossible is nothing”, le dicta un tatuaje que lo lleva a dar siempre más.