Por: Roberto Quintanar
El porte europeo de Aldo Monti era la pieza que René Cardona buscaba para una de sus películas más polémicas y que en México permaneció enlatada por más de 43 años: El Vampiro y el sexo (1968).
Esta cinta, protagonizada por una de las figuras deportivas más importantes del país, Santo, el Enmascarado de plata, se convirtió en motivo de leyenda y debate entre los amantes del séptimo arte, por lo que probablemente sea el filme más célebre entre los muchos en los que participó Rodolfo Guzmán Huerta.
Mientras en buena parte de Europa esta pieza fue considerada como una joya del erotismo, en México se proyectó la versión light bajo el título Santo en el tesoro de Drácula, entrega que sería prescindible (y tan involuntariamente humorística como un filme clase B de Ed Wood) de no ser por la interpretación maestra del italiano Monti, quien personificó al villano principal, el vampiro a quien el luchador debía vencer para evitar que convirtiera a más mujeres en sus 'vampiresas'.
Cardona supo elegir a la perfección a su 'Drácula', pues no se trataba de un ser maligno cualquiera. Monti emanaba una energía sexual que completaba el cuadro a la perfección. Si bien El Vampiro y el sexo no es la película cuasi pornográfica que muchos fanáticos llegaron a imaginarse, las escenas del actor europeo con las vampiresas en rituales oscuros hicieron el deleite de las audiencias extranjeras que disfrutaban del cine erótico y dejó un poco de lado el factor de ciencia ficción de baja categoría plasmado en el argumento con censura.
Fue hasta 2011 cuando el público mexicano pudo ver en la pantalla grande la interpretación de Aldo Monti y sus vampiresas, que terminaron salvando en cierta medida esta obra perdida del Santo.
Hoy que el Vampiro seductor llegado de Italia ha pasado a mejor vida, vale la pena recordar su momento más memorable, cuando compartió créditos con el máximo ídolo del pancracio.