Por: Juskani Cabello I @juskani
El telón se cierra. No hay tiempo que no se cumpla. Anfield se despide de su última leyenda hecha carne y hueso. Steven Gerrard intenta no mostrar tristeza pero sus ojos lo delatan. A lo lejos mira el túnel que lo condujo cientos de veces al campo de batalla. Lo mira una y otra vez. Será la última vez que cruce ese pasillo y espera que el camino sea largo, tan prolongado que recordará en cada paso las alegrías, el coraje y amarguras que vivió vistiendo los colores de Liverpool.
La luz al final del túnel tiene otro significado para la carrera de Stevie, apela más a lo sentimental que a un adiós definitivo del futbol. Camina y pisa el césped que lo vio nacer en el futbol profesional, pero no va solo, todo Anfield le recuerda que nunca caminará solo. Al ritmo de “You'll never walk alone” los hinchas se rinden ante él.
“Cuando camines a través de la tormenta, mantén la cabeza en alto. Al final de la tormenta encontrarás la luz del sol y la dulce y plateada canción de una alondra“, entona la afición al tiempo que Steven agradece. Gira y aplaude. Sabe que es su última función en el número L4 de Anfield Road. La imagen evoca aquellos años en los que Gerrard era sólo un chaval en busca de un sueño, cuando sólo era relleno del primer equipo pero que ya hacía sentir su pinta como futuro guardián de Anfield.
Las lágrimas de su esposa, Alex Curran, acompañan cada nota. “Sigue a través del viento, sigue a través de la lluvia, aunque tus sueños se rompan en pedazos”, cantan cientos de almas al tiempo que un nudo en la garganta golpea a Steven Gerrard
“Camina, camina, con esperanza en tu corazón y nunca caminarás solo“, retumba una y otra vez. Anfield llora y da las gracias por la fidelidad de Gerrard a un pueblo, a una afición y a un sentimiento. 26 años han pasado desde el momento en que bajó del autobús de la mano de su padre Stanley Park a probar suerte en la filas del Liverpool.
Las luces se apagan. La sentencia está dictada. Liverpool despide a su último guerrero, al mejor 8 del futbol inglés. ¡Adiós, Gerrard!