“Cuando era niño no tenía sueños, me pasaba el rato jugando al fútbol y esa era mi felicidad”. La frase es de Julián Quiñones en una de las pocas entrevistas que el goleador del América ha dado en el marco de contar su fuerte historia de vida que va desde su nacimiento en un humilde y peligroso pueblo de Colombia, el abandono de su padre y la oportunidad que le dio en el fútbol un médico veterinario al que hasta el día de hoy llama “papá César”.
Julián Andrés Quiñones, el autor del empate del América en la final de ida de la Liga MX 2024 ante Cruz Azul y la figura del partido, nació en Magüí Payán, un pueblo del sur de Colombia, el 24 de marzo de 1997. Su familia estaba conformada por padre, madre, abuela y tres hermanas menores, pero cuando era apenas un niño su papá lo abandonó.
Julián Quiñones y el abandono de su padre
“Mi familia esta conformada por mi mamá, que siempre ha estado conmigo, mi abuela, que ha sido como mi padre, y mis tres hermanas. Pero ellas dos son las que me han sacado adelante”, reveló el futbolista que no nombra a su papá, pero destaca a quienes se hicieron cargo de su crianza, fundamentalmente a Gloria, su mamá, en Magüí Payán, una zona de guerrillas y narcotráfico en su país natal.
De dónde viene Julián Quiñones: el orígen del goleador
“MaguÍ Payán es un pueblo muy humilde, de muy pocas personas. Mi carrera comenzó de muy pequeño, cuando me iba a jugar a escondidas, sin permiso de mi madre. A veces no volvía ni a comer, siempre estaba con mis amigos en el pedazo de cancha que teníamos o en la calles. Jugábamos descalzos y esa era nuestra felicidad”, dijo Julián en un emotivo recuerdo de su infancia.
El miedo de Gloria, la mamá de Julián Quiñones
Gloria cuidaba a sus cuatro hijos con extremo recelo y Julián era su gran preocupación debido a que por ser el único varón, por el peligro y las tentaciones del pueblo y, fundamentalmente, por la ausencia de la figura paterna del modo en el que ocurrió, tomara alguna decisión equivocada, por lo que muchas veces lo retaba por irse y pasar largas horas con jóvenes que no conocía, pero él solo pasaba su tiempo jugando al fútbol.
“En ese entonces no tenía sueños, solo jugaba por jugar porque era la felicidad que había allá. Además de jugar a veces trabajaba para ayudar en la casa, pero la mayoría del tiempo era para jugar con mis amigos. A veces regresaba a casa con las pantaletas rotas y mi mamá ‘me descubría’ por eso, se enojaba, pero las remendaba”, destacó con una sonrisa el futbolista.
“Papá César”: el médico veterinario que le dio a Julián Quiñones su gran oportunidad en el fútbol
Pese a la resistencia de Gloria, Julián Quiñones jugaba al fútbol cada vez que podía. Y fue un primo suyo quien vio el potencial del entonces joven goleador y le consiguió una prueba en la academia formativa de Colombia del Club Deportivo Fútbol Paz, fundada por César Valencia, quien se convertiría en el padre adoptivo del delantero.
César, como Julián, quería ser futbolista profesional. La diferencia fue que el hombre no lo logró y siguió la carrera de médico veterinario, de la cual egresó en la Universidad de Caldas. Sin embargo, el amor que sentía por esa profesión que no pudo ejercer se tradujo en algo mucho más grande: la oportunidad hacer realidad el sueño de muchos jóvenes que querían convertirse en profesionales y uno de ellos fue Quiñones.
El día que comenzó todo: una prueba y el permiso de Gloria
“La persona que lo trajo fue un primo de él. Vinieron un días, Julián era muy joven y conoció las instalaciones. Charlamos y no fue fácil llegarle a su familia para que lo dejen quedarse. Pero la ilusión de él era jugar al fútbol profesional y vio en nosotros la seriedad, el trabajo, la disciplina y metodología con la que trabajamos con los chicos. Después de varias charlas, Gloria, su mamá, nos dio permiso“, contó César sobre el comienzo de todo para la carrera del goleador.
Y agregó: “Para mí, Julián es motivo de orgullo. Él, como muchos otros chicos que se formaron acá me dicen “Papá César”, porque acá no solo trabajamos la parte deportiva sino la afectiva y con Julián hemos llevado una relación muy de padre e hijo, donde permanentemente le dimos consejos y no los abandonamos en ningún momento. A mí me emociona porque hoy, que él ha triunfado, te diría que casi a diario sigue llamando o escribe”.
De Fútbol Paz a Tigres y el desembarco para la consagración en las Águilas
En la escuela formativa de César Valencia, Julián Quiñones fue visto por captadores de talento de los Tigres y con ellos firmó un contrato para formar parte de la Categoría Sub 20. Entonces el joven ya había sido padre de su primera hija y su primer sueldo como futbolista lo destinó por completo a la madre de la niña para no descuidar un solo detalle de su crianza.
En la carrera de Julián luego vinieron Venados F.C., Lobos Buap y, por fin, el primer equipo de Tigres en 2018. Ya como profesional comenzó a destacarse para no parar. Atlas de Guadalajara fue su gran paso hacia la consagración definitiva en las Águilas que, además, le abrieron paso nada menos que a la otra gran decisión de su vida: nacionalizarse mexicano y defender para siempre los colores del “Tri” (debutó en noviembre de 2023) como una señal de agradecimiento a todo lo que le dio México como país, nada menos que alcanzar aquello que de niño era una ilusión, la de convertirse en futbolista profesional, y hoy es toda una realidad.
Ana Gabriela, la esposa de Julián Quiñones
Hoy, Julián Quiñones es, además de un jugador estrella, padre de dos niñas porque a la mayor que tuvo en Colombia se sumó la llegada de la pequeña Alanna, nacida en diciembre pasado, producto del amor con su pareja y esposa, Ana Gabriela.
¿Quién es Ana Gabriela?
Ella no lo deja ni a sol ni a sombra. Es modelo e influencer, con casi 200 mil seguidores en Instagram. Apasionada del fitness y la fotografía, es una de las personas más queridas de la rama de las mujeres de los jugadores en el ambiente del fútbol.
Julián Quiñones, el 33 del América, el hombre de Liguillas, el del gol de las Águilas en la final de ida. El que ya fue campeón de una Liga MX y va en busca de otra más, el futbolista que ya le ganó a la vida.