El Ángel de la Independencia se convirtió en el epicentro de una celebración histórica mientras los aficionados del América inundaban las calles con su alegría desbordante. El grito “¿Y dónde están esos azules que nos iban a ganar?“, resonaba poderosamente, marcando el inicio de una fiesta que quedará grabada en la memoria de todos los seguidores azulcremas.

Los corazones de los aficionados del América se llenaron de orgullo

Con el reciente título número 15 en la mano, el segundo consecutivo y el tercero en este siglo, los corazones de los aficionados se llenaron de orgullo y pasión por su equipo. Aunque la afluencia quizás fuera menor que en otras ocasiones, la intensidad del festejo no disminuyó ni un ápice.

En medio del jubiloso caos, banderas azul y crema ondeaban en el aire, acompañadas por el retumbar de motores de decenas de motocicletas que se unieron al festejo con su rugido característico. La policía intentaba contener la multitud, pero era en vano ante la avalancha de alegría y emoción que inundaba las calles.

Vendedores hicieron su agosto entre la multitud

Niños en hombros sonreían con la inocencia de quienes celebran uno de sus primeros títulos, mientras los vendedores hacían su agosto entre la multitud, ofreciendo cervezas frías, bandas para la cabeza y playeras con el número 15 en letras gigantes.

Entre el bullicio y la música festiva, incluso los turistas extranjeros quedaban atónitos ante la magnitud de la celebración.

El rugido de “¡Olé, olé, olé; campeón, campeón!“, resonaba sin cesar, marcando el comienzo de una nueva era de gloria para el América. En este día histórico, el club se distanció aún más de sus rivales, afianzando su lugar como uno de los más grandes en la historia del fútbol mexicano.

Y así, con la certeza de que las Águilas seguirán surcando los cielos del éxito, la Ciudad de México se sumió en una noche que nunca olvidará. Hoy, en México, el fervor y la pasión por el fútbol no conocen límites, y el sueño azulcrema sigue más vivo que nunca.