La vida después del fútbol suele ser un desafío para muchos deportistas, pero Norberto Scoponi encontró su nuevo campo de juego entre ollas y sartenes. El exportero argentino, quien defendió los colores de Cruz Azul y participó en el Mundial de Estados Unidos 1994, se ha convertido en uno de los empresarios gastronómicos más exitosos de Guadalajara.
De atajadas memorables a sabores inolvidables
Scoponi llegó a Cruz Azul en 1994, tras vestir la albiceleste en el Mundial de Estados Unidos. Durante su paso por La Máquina, el guardameta se convirtió en pieza fundamental del equipo que conquistó tres títulos: la Copa México en la temporada 1996-97 y dos Champions League de la CONCACAF consecutivas (1996 y 1997).
El argentino, quien compartió vestuario con leyendas como Carlos Hermosillo y Julio Zamora, dejó una huella imborrable en la institución cementera. Su capacidad de liderazgo y profesionalismo lo convirtieron en uno de los porteros extranjeros más recordados en la historia del club, junto a nombres ilustres como Miguel Marín y Robert Dante Siboldi.
Un nuevo campo de juego: del área chica a la cocina
Después de colgar los guantes y tras una exitosa carrera como entrenador de porteros, que incluyó su participación en el cuerpo técnico de Gerardo “Tata” Martino durante el Mundial de Qatar 2022, Scoponi decidió emprender un camino completamente diferente.
Su restaurante ‘Mil Ocho Noventa’, ubicado en el corazón de Guadalajara, se ha convertido en un referente gastronómico de la Perla Tapatía. El establecimiento, que debe su nombre a un guiño futbolístico, ha conquistado a comensales y críticos por igual, acumulando reconocimientos y reseñas positivas.
“La gastronomía siempre fue mi segunda pasión”, confesó Scoponi en una reciente entrevista. “Durante mi etapa como futbolista, aprovechaba los viajes para conocer diferentes sabores y culturas. Ahora, poder compartir esa pasión con los demás es un sueño cumplido”.
El éxito de su emprendimiento gastronómico demuestra que la disciplina y dedicación que caracterizaron su carrera deportiva se trasladaron perfectamente a su nueva faceta como empresario. Sus antiguos compañeros de Cruz Azul suelen visitarlo cuando están en Guadalajara, convirtiendo su restaurante en un punto de encuentro para la nostalgia futbolera y la buena cocina.
La historia de Scoponi es un ejemplo de reinvención exitosa: del área chica a la cocina, de los guantes a los cuchillos, del grito de gol al murmullo de satisfacción de los comensales. Una transición que demuestra que la vida después del fútbol puede ser tan emocionante como los 90 minutos en la cancha.