Cuando se juega en el más alto nivel, la competencia, la exigencia y la vergüenza deportiva deben ser elementos obligatorios en el pensamiento y corazón de cada jugador; si no hay nada de eso, la intensidad cae y los equipos caen.
Uno que lo sabe muy bien es la nueva ficha del FC Barcelona, el mediocampista alemán İlkay Gündoğan, un futbolista que se sabe muy bien la presión de la alta competencia y se acostumbró a estar en camerinos sumamente exigentes y ganadores, en donde puede faltar de todo, menos la entrega.
Espíritu competitivo
Luego de este sábado, tras la derrota de 1 por 2 del Barca ante el Real Madrid en el super clásico español, el germano no puso excusas y salió a dar la cara por el club, donde criticó duramente el comportamiento y el sentir generalizado de sus compañeros tras perder el partid más importante de la temporada.
Con sus palabras, Gündoğan demostró su ímpetu y su personalidad ganadora y sin pensarlo dos veces, atacó a sus compañeros por la actitud tan tibia con la que enfrentan un momento tan grave para el club.
“Quiero ser honesto, pero sin pasarme porque no quiero decir algo equivocado; vengo del vestuario y obviamente la gente esta decepcionada después de un partido tan grande, tan importante y de un resultado tan innecesario” señaló el mediocampista culé.
Pero a pesar de reconocer el dolor a lo interno de la planilla del Barca, parece que vio algo que o le gustó en la actitud de varios de los jóvenes jugadores blaugranas y no tardó en hacerlo saber.
“Me gustaría ver más enfado, más decepción (…) Tienen que expresar más emociones cuando pierdes y cuando sabes que puedes jugar mejor, hay que hacerlo mejor en ciertas situaciones y no reaccionamos” agregó el ex del City y del Borussia Dortmund.
“No vine aquí para perder este tipo de partidos o permitir que se abran estas brechas. Yo también tengo responsabilidad como jugador veterano en no permitir que el equipo le pasen estas cosas; necesitamos aguantar más” dijo en tono muy autocrítico el volante.
Un esfuerzo insuficiente
Gundogan brilló la tarde del sábado y justamente fue él quien abrió el marcador para los locales apenas a los 6 minutos de acción tras sacar su colmillo y robarle un balón a la zaga del Madrid para posteriormente enfrentar al arquero y colocarle al balón a un costado.
Era el 1 por 0 en favor del Barcelona, el partido era joven y los catalanes perfilaban un gran juego de no ser porque en frente se toparon con un Bellingham que anda intratable.
El británico apareció a la hora grande y con dos anotaciones, destrozó toda esperanza del club blaugrana, el estadio se silenció y las manos extendidas del joven de apenas 20 años de edad eran la señal de que hay una nueva generación tomando el fútbol mundial.