El superclásico sudamericano Brasil-Argentina dejó un amargo sabor tras los incidentes entre hinchas que obligaron a detener el inicio del partido. Y en medio de los cruces entre autoridades, la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) y la Policía de Río de Janeiro se culpan mutuamente por haber permitido que simpatizantes rivales compartieran sectores en el estadio Maracaná.
Según la policía carioca, recién el jueves previo al cotejo fue informada de esta situación, cuando ya no había tiempo de reacción. Sin embargo, desde la CBF replican que la división mixta de hinchas fue una decisión avalada por FIFA y que las autoridades tenían pleno conocimiento del operativo.
No se delimitaron espacios para cada hinchada
El desenlace es por todos conocido: disturbios generalizados, balas de goma, detenidos y un partido demorado media hora, mientras Argentina protestaba en vestuarios.
“La CBF decidió liberar la venta sin criterio de boletos para los hinchas de los dos países y, más grave aún, de no delimitar espacios en los sectores para cada hinchada“, criticó la fuerza pública en duras declaraciones.
Superclásico Brasil-Argentina volvió a teñirse de sombras
Para la entidad máxima del fútbol brasileño, en cambio, el amplio despliegue de seguridad dispuesto debió haber bastado para contener desmanes. Cada lado expone sus argumentos, pero lo cierto es que fallaron los controles. Y el superclásico sudamericano volvió a teñirse de sombras entre acusaciones políticas de por medio.
La FIFA ya inició una investigación sobre estos condenables incidentes. Pero el eco de lo ocurrido augura un largo debate en la región, con heridas que sanarán lentamente.