Por: Raúl Cárdenas.
De madrugada Porfirio Díaz practicaba gimnasia y natación. El deporte fue parte fundamental de su vida, lo hacía desde pequeño, lo mantenía sano, como distracción y para mantener la disciplina, la misma que impuso en México durante los 34 años que estuvo en el poder.
Porfirio Díaz se interesó en que el país hiciera ejercicio, ya que serviría a los pobladores como complemento a la lucidez mental y además como una forma de entretenimiento para los miembros de la alta sociedad.
Durante el apogeo de la inversión extranjera en México, llegaron estadounidenses y europeos, sobre todo ingleses, los cuales se asentaron en el país y empezaron a practicar sus deportes modernos.
Díaz aprovechó la calma que se vivía en la república y con el apoyo de los nuevos habitantes se crearon múltiples clubes deportivos como el Country Club de Churubusco, donde se jugaba golf; el Reforma Country Club, que servía como parque de béisbol; el Lakeside Mailing Club, donde se organizaban regatas en el lago de Chalco y en Xochimilco, entre otros.
Hubo un incremento en el ejercicio y la práctica del deporte en todo el país. En Pachuca, que ya era la cuna del futbol, también se realizaban partidos de rugby. En Monterrey se jugaba cricket y béisbol. Pero fue en la Ciudad de México donde había la mayor variedad de disciplinas deportivas. La gente andaba en bicicleta, había carreras de caballos, competencias de jai-alai, partidos de polo, canchas de tenis y se enseñaba a boxear.
También gracias a esto se dio una sana rivalidad entre mexicanos y extranjeros, debido a que en un principio los juegos solamente los conocían los foráneos, después los nacionales aprendieron y se enfrentaban entre sí.
En estos años también por primera vez se llevó a cabo un partido de futbol americano en suelo mexicano entre las universidades de Missouri y Texas. El deporte fue criticado por la prensa nacional y descrito como “rudo, salvaje y poco refinado”.
El béisbol era el deporte de conjunto favorito en México, incluso superó al futbol que era más antiguo. Ayudó a que en 1907 por primera vez un equipo de Grandes Ligas visitara nuestro país, los flamantes campeones de la Serie Mundial, los Medias Blancas de Chicago.
Pese al éxito de su política pública en el ejercicio y el deporte, a Porfirio Díaz no le gustaba asistir a los encuentros. La mayoría de las veces se excusaba por alguna enfermedad o en dos ocasiones por el luto que guardaba a la muerte de su compadre, Manuel González, a quien le cedió la presidencia en la única interrupción que tuvo su mandato.
A pesar del auge que tuvo la práctica del deporte, también ésta influyó a la ya creciente brecha que existía en las clases sociales del país. En los clubes deportivos se podía apreciar la ostentación de la alta clase mexicana, ya que no solamente se usaban para hacer ejercicio, sino también como espacios recreativos donde se hacían fiestas, conciertos y bailes. Y ciertas disciplinas eran exclusivas para la aristocracia nacional y los extranjeros.
Porfirio Díaz provocó dos revoluciones, la primera, que se celebra este 20 de noviembre, y la segunda, en el deporte de México.