El Pelado regresó al Rebaño a los primeros planos. Le dio un estilo de juego que todos aplaudieron y le dio títulos al equipo. Chivas recuperó su grandeza con él, pero hoy todo es distinto.
Llegó en el Apertura 2015 para dirigir nueve juegos. Obtuvo 50 por ciento de los puntos disputados. En los siguientes tres torneos la rompió al no bajar de los 27 puntos. Se hizo costumbre verle en liguilla. Los últimos no fueron los mejores, pero al menos se morían de algo por la camiseta.
En 2017 andaban bien volados al ser campeones de liga, copa y lograron el triplete al levantar la Concachampions un año después. Alzaron la mano otra vez cuando el dominio era de América, Tigres y Rayados. Vino entonces el adiós del Pelado y todo se derrumbó.
Chivas ha vuelto a ser de media tabla hacia abajo con pocas aspiraciones. No se le ve un estilo. Tiene un técnico que habla mucho fuera de la cancha y no las confirma en ella. Todo lo contrario de lo que era con Matías.
Lo más alarmante es saber que desde ese último título, llevan tres torneos sin clasificar y el fantasma de la zona del descenso hace de las suyas. Aguas Chivahermanos, porque dieron un giro alarmante que les quita la etiqueta de “grandes”.