Por Alejandro Miranda
Muchas anécdotas por contar son las que nos deja la Selección Mexicana cada vez que va a un Mundial. Desafortunadamente unas llegan a ser más tristes por las eliminaciones, pero también hay unas alegres cada que brincamos para celebrar un gol. También están las que inspiran y conmueven.
Una de tantas es la de Oswaldo Sánchez en Alemania 2006. Tuvo que hacer frente a uno de los momentos más duros de su vida que fue la muerte de su padre a menos de una semana de su debut en Copa del Mundo.
Falleció un día antes de que su familia partiera hacía Europa. En plena concentración, Oswaldo se enteró de la noticia y la Federación hizo todo por conseguirle un vuelo para Guadalajara.
Llegó el jueves para el velorio de su padre, pero inmediatamente regresó a la tierra de la cerveza para jugar y dedicarle el torneo a su padre. Muchos le decían que no jugara. Se hizo de oídos sordos para rifarse bajo la portería en honor a su papá.
El debut de México fue contra Irán el 11 de junio. El portero sorprendió a más de uno por tomar la decisión de salir a la cancha. Se sentía en el ambiente la tensión, el conocimiento de lo sucedido, tanto que hasta los iraníes obsequiaron un arreglo floral al arquero mexa.
Antes de que el balón rodara, Sánchez hizo un ritual: se hincó en su área, rezó y terminó por persignar a la portería. Sabía que tenía que dar todo, que era el momento de hacer sonreír a su jefe hasta allá arriba.
A pesar de que recibió un gol, Oswa tuvo una gran actuación. Se recuerda mucho un cabezazo del rival donde se estiró a más no poder para sacarla pegada al poste. Se convirtió en un muro, hizo sentir orgulloso a su viejito.
Cuando terminó el partido, se arrodilló. Agradeció al cielo para desplomarse en un llanto indescriptible. Sinha llegó inmediatamente a consolarlo, a abrazarlo. Fue el que más lo apoyó en ese instante.
Se acercaron Osorio, Pável, Borgetti, Omar Bravo; todo el equipo fue a arroparlo, incluso su más fiel seguidor, Jesús Corona. Se retiró de la cancha entre lagrimas, entre aplausos y con la sensación de saber que hizo un buen trabajo, que jugar era lo correcto…