Por Guillermo Vega
Como niño (a veces también de adulto) es feo ser castigado. Peor tantito si es con algo que amas como el futbol. A todos nos llegaron a aplicar la de “hay tabla” por haber reprobado mate, por haber llegado tarde a la casa, por gritarle a mamá, por cualquier cosa. También nuestros papás se desquitaban gacho dándonos donde más dolía, el balón.
SIN RETA
-Hola señora, buenas tardes, ¿puede salir Juan a jugar?
-No, está castigado.
Era la conversación que nadie quería escuchar. Mientras esa escena sucedía en la puerta de tu casa, tú estabas en tu cuarto llorando solo, viendo cómo todos se divertían afuera. Casualmente esas veces las retas se ponían particularmente buenas, se jugaban partidos memorables.
SIN FIFA
-Y te vas a quedar sin prender tu Nintendo toda la semana, ¿entendiste?
Era otra frase que te causaba dolor con sólo oírla. Si la consola se encontraba en la sala de tu casa, estaba vigilada siempre por tus papás, aunque no estuvieran ahí. Ellos hasta se daban cuenta de si intentaste acercarte a prenderlo. Si estaba en tu cuarto, el miedo a que te cacharan era más grande que la tentación de prender el XBOX nomás para echar un partidito rápido. ¡Qué sufrimiento!
SIN TELE
Era típico que no te dejaran ver los partidos de tu equipo. Sabían que te iba a calar. Pero lo triste era que te la quitaban en fin de semana, justo cuando pasan absolutamente todos los partidos de todas las ligas del mundo. Buscabas entonces cualquier otro pasatiempo para olvidar que serías el único de tus amigos sin ver cómo golearon al Cruz Azul o cómo Chivas le ganó el clásico al América en el último minuto.
SIN ENTRENAMIENTO
Esto era asunto serio. Si tenías la fortuna de ir a entrenar en algún club o en tu escuela después de clases, sin duda era un golpe bajo que tus papás no te dejaran ir. Lo más grueso era explicarle a tu entrenador que no habías ido porque te habían castigado.
SIN ESTADIO
Tu maestra te acaba de entregar tu examen. Lo ves. Reprobado. Es en ese instante recuerdas que tu papá había comprado boletos para el clásico regio del fin de semana. “Ya valió”, piensas. Llegas a tu casa para explicar de la mejor manera que tronaste Español. Pero ningún papá se tienta el corazón con eso y te responde: “Ni modo, vamos a tener que darle los boletos a tus primos”. Te invadía una sensación de coraje y tristeza, pero gracias a ese dolor jamás volviste a llevarte alguna materia.
No cabe duda de que nuestros papás nos conocen bien. Juanáticos, ¿cuál era el peor castigo futbolero que les aplicaban? ¿Quién era peor entre mamá y papá?