Por: Guillermo Vega
Pumas se reforzó bastante bien este Draft, sólo faltaba la llegada de Raúl Gudiño. Y pues claro, hay que olvidar lo antes posible la pesadilla que vivieron la temporada pasada, al ser sotaneros de la liga. El equipo que están armando suena bastante interesante, está lleno de nombres, gente de calidad. Pero, ¿realmente deben emocionarse en C.U.?
Los refuerzos traídos para este torneo pintan bien, son hombres experimentados, como el Chavo Alustiza o Alejandro Arribas. Vienen a apoyar, a impulsar a los jóvenes de cantera, a acompañar a los jugadores importantes como Nico Castillo, Marcelo Díaz y Pablo Barrera.
Todo suena bonito, sin embargo, recordemos que el semestre pasado las expectativas estaban también muy altas con la llegada de jugadores como Mauro Formica o el Avión Calderón, que nada más no pudieron terminar de dar lo que se esperaba de ellos.
Además, la salida de Gerardo Alcoba le dio justo en el ánimo al club, era ya un referente. Era lo poco que quedaba del espíritu y entrega que dejó Darío Verón. Veremos qué pasa, quién se echa el equipo al hombro ahora que el último estandarte que mostraba garra y pasión ya no está.
Pumas tiene para competir, pero falta algo. Algo que no ha terminado de cuajar desde hace varias temporadas. Quizá sea en parte por la truculenta administración de Ares de Parga, que inició un aquelarre en el club. Quizá sea porque los jugadores dejaron de sentir la camiseta. Hay talento, hay mucha calidad, pero ya casi nadie cree en la UNAM. Pumas debe emocionarse, pero también debe trabajar para recuperar su grandeza.