Por Oscar Donis
La Liga Femenil MX fue un verdadero hit en su primer torneo con Chivas como el primer equipo que se rifó y ganó el primer título. Tuvo tanta relevancia que incluso se llenaron los estadios en la final y se transmitió un partido por televisión abierta.
Las chavas que disputaron la competencia perciben salarios bajos. Fue un tema que se cuestionó porque se pide un trato digno en lo económico para las jugadoras debido a que ya se desenvuelven en una rama profesional.
El draft, o también conocido como el “mercado de piernas”, es el claro ejemplo de lo que es el deporte en México, un negocio en que los más beneficiados son los patrones (los directivos), quienes sacan el mayor provecho de sus jugadores.
Ahora imaginemos un hipotético caso del draft en la Liga Femenil. Es un torneo que apenas comienza en el profesionalismo. Sus protagonistas recién empiezan a mostrarse y cumplir su sueño. Del esfuerzo por llegar al equipo de sus amores para no debutar o ser banca es algo frustrante, específicamente en el primer campeonato oficial que disputas. Pero de eso a ser moneda de cambio para que vayas a otro club sin siquiera tener voz y voto, la frustración es todavía peor.
El draft es algo que afecta al futbolista mexicano sin distinción de género. Hasta ahora no ha llegado a la Liga MX Femenil, y ojalá no pase. Un proyecto que recién inicia con gran aceptación se vería afectado por la intromisión de intereses que procuran lo financiero por encima de lo deportivo. Y si algo han enaltecido las chicas es el espíritu deportivo. Nos lo demostraron en su primer campeonato profesional.