Por Emmanuel Pérez de Lara
Fue el último clavo del ataúd chiva. El equipo dirigido por el tío Matías Almeyda se despide como local del torneo derrotado en su propia casa por un muy ordenado y contundente Atlas que exhibió las carencias futbolísticas que perjudicaron al anfitrión durante todo el semestre.
1. La necesidad
Los Zorros llegaron a este juego con serias posibilidades de liguilla. Si bien no dependen al 100 por ciento de ellos, con la victoria en el clásico tapatío y un triunfo en el cierre del torneo (reciben al ya eliminado Pachuca) los puede meter a la fiesta por el título. Tanto el Profe Cruz como los jugadores tenían claro que cualquier resultado que no fuera ganar les complicaba el panorama.
2. El parado táctico y el factor anímico
Estos dos equipos se conocen perfectamente y los técnicos pulieron sus armas. Los rojinegros alinearon a Rafita Márquez, quien portó el gafete de capitán luego del parón de tres meses que sufrió por los temas personales que lo aquejaron y le impedían jugar. El káiser de Michoacán no estuvo en la central, sino unos metros más adelante, zona donde ha jugado en tiempos recientes con el Tri. Fungió como generador y distribuidor de juego. Aparte su presencia influyó también en lo emocional para sus compañeros.
3. Chivas
Sí, Chivas fue factor para la victoria del Atlas. Fue el mismo equipo de tooooodo el torneo: impreciso. ¡Mucho! Los pases de media distancia y los balones parados fueron un total desperdicio del Rebaño. El portero atlista no fue exigido (lo que se dice exigido) ni una sola vez en todo el partido. Elementos que la temporada pasada sobresalieron por su nivel desaparecieron frente a los Zorros.
4. El orgullo
El triunfo era una cuestión que implicaba más que tres puntos y más que un posible pase a la liguilla. Chivas eliminó al Atlas en Copa MX y en el torneo pasado lo dejó tirado en cuartos de final. Durante los 90 minutos del juego en este Apertura 2017, se notó en el rostro de los rojinegros un aire de revancha que, sin duda alguna, fue un estímulo para superar a su acérrimo rival.