Por: Roberto Quintanar
“Tienes razón. Entiendo la mayor parte de las preguntas sobre béisbol, aunque detesto el juego”. Así lo confesó a mediados de 1990 el escritor Charles Bukowski a su colega William M. Packard respecto a la pelota caliente. En esa línea se resumen muchos de los sentimientos que tenía hacia el deporte profesional.
Transgresor para muchos de los ojos literarios de Estados Unidos en el siglo XX, Heinrich Karl Bukowski marcó una era en la poesía y novela de ese país. Pese a ser originario de Alemania, donde nació en 1920, su familia llegó a Baltimore en 1923 cuando la crisis de la posguerra hizo insostenible la situación para muchas familias de ese país.
El maltrato que sufrió por parte de su padre y compañeros de escuela, en buena medida por su acento alemán y vestimenta, le hicieron una persona aislada, algo que marcaría su estilo de escritura y atracción por la literatura desde edad temprana.
El muchacho creció en Los Ángeles, ciudad que ofreció mucho material para su obra posterior: “Vives en un pueblo toda la vida, y conoces a cada prostituta en la esquina de la calle y te has revolcado con la mitad de ellas. Haces tuya la tierra… posees una foto de donde eres. Soy de Los Ángeles, y siempre he tenido la sensación geográfica y espiritual de estar aquí. No puedo ver otro sitio que no sea éste”. Por ese motivo, la mayor parte de sus escritos se centran en aquella ciudad, donde, curiosamente, el béisbol, disciplina que él odiaba, es uno de los deportes más populares gracias a la llegada de los Dodgers.
Al ser su padre un militar, Charles debió pasar un tiempo en la Reserve Officers’ Training Corps (ROTC). Su falta de amor por el deporte lo atribuyó, alguna vez, a la estancia en aquella escuela militar.
“El ROTC me mantuvo alejado de los deportes mientras otros muchachos los practicaban todos los días. Ellos hacían los equipos escolares y se ganaban a las chicas. Mientras tanto, yo me la pasaba marchando bajo el sol, y lo único que veía era la parte trasera de las orejas de algún tipo y sus nalgas. La vida militar me fastidió. No le veía sentido. Por otra parte, nunca me pude ver apachurrado por un casco de fútbol americano, hombreras, decorado de azul y blanco y con mi número 69 tratando de mover a algunos brutos para que el hijo del fiscal de distrito se moviera seis yardas a la izquierda” .
Pese a comenzar escribiendo a temprana edad, abandonó el proceso clásico al decepcionarse de los editores. El vagar por las calles de Los Ángeles dio mayor material para que tres décadas más tarde abandonara un oficio en la oficina de correos y volviese a su vocación. El editor John Martin le vio potencial pese a que siempre había hecho poesía, así que le ofreció cien dólares mensuales de por vida si dedicaba tiempo completo a la escritura.
“Tengo dos opciones”, escribió por aquellos años. “Permanecer en la oficina de correos y volverme loco… o quedarme fuera y jugar a ser escritor y morirme de hambre. He decidido morir de hambre”.
Así fue como publicó su texto autobiográfico Post Office, la cual se considera su máxima obra literaria junto con Women, que fue inspirada en su esposa Linda. Fue una de sus características… novelas siempre estuvieron basadas en vivencias propias o de personas cercanas a él, marcadas por la pobreza y la persona ordinaria.
Bukowski, el hombre que nació en Alemania y encontró en su aislamiento y pobreza inspiración para su obra, el escritor que no gustaba del deporte, murió en 1994 a causa de la leucemia. A 94 años de su nacimiento, juanfutbol recuerda al literato que odiaba los deportes.