Por: Elías Leonardo
Pisó suelo mexicano y de inmediato pidió conocer el Estadio Azteca. Se moría de ganas por estar en el templo donde Diego Armando Maradona se convirtió en D10S, y donde su selección se consagró campeona del mundo. Ni tardos ni perezosos, sus anfitriones le cumplieron el deseo. Pero había un problema: ellos no eran afectos al futbol. Lo llevaron a un partido cualquiera de la liga mexicana y no pudieron responder a una de sus preguntas.
Cuando vio el Mundial de México ’86 por televisión, en su natal Argentina, se le quedó grabada una silueta que aparecía sobre el césped del Coloso de Santa Úrsula. Tras venir a radicar a nuestro país, se sorprendió de no ver dicha silueta en su visita al estadio, silueta a la que llamaba “piñata”.
-¿Dónde está? ¿Dónde está la piñata?
Como no tenían idea de lo que hablaba, sus anfitriones tomaron la decisión más adecuada para esos casos: ponerlo en manos de futboleros. Reunieron a tres conocidos para charlar y orientar al argentino con respecto a la mentada piñata.
-Era una piñata enorme que se reflejaba en el pasto. ¡¿Dónde está?!
-Bueno, no era precisamente una piñata.
-¿Entonces qué era? Parecía una araña gigante.
Se refería a las antiguas bocinas que colgaban en las alturas del Azteca, encima de media cancha. Las bocinas donde Adrián Chávez solía estrellar los balones cuando despejaba.
-¡¿Unas bocinas?! Increíble, viví creyendo que era una piñata. Bueno, incluso una araña.
Aclarada su inquietud, expresó otra. Su revelación fue asombrosa, pues los propios aficionados mexicanos que acuden al Estadio Azteca suelen ignorar un detalle que distingue y dignifica al inmueble cuando se disputa un partido.
-Maradona anota el gol y corre a festejarlo como loco, como debe de ser. De fondo se escucha una voz maravillosa que dice “gol anotado por Diego Armando Maradona”. Escuché esa voz en el juego al que me llevaron, pero no me pudieron decir de quién es. Escucharla me pareció formidable, como si fuera un recuerdo que regresó a mí para sentirlo de cerca.
Se trataba de la voz de Melquiades Sánchez Orozco, la voz del Azteca. Impresionante que haya conservado un recuerdo sonoro propiciado por una transmisión lejos de México. Sin embargo, muy preciso en su memoria, mantenía fresco lo que en efecto pronunció el señor Melquiades cuando Maradona sacudió las redes inglesas en dos ocasiones.
-Tengo una última pregunta.
-Venga.
-¿Dónde vive Edgardo Codesal?
Ya no tuvieron respuesta. Ninguno de sus tres interlocutores tenía conocimiento del domicilio del exárbitro. Por el contrario, indagaron en su cuestionamiento. Golpeando sobre la mesa, extraviando la mirada alterada en el techo, el argentino gritó: “Para romperle toda su madre, como dicen ustedes. El tipo nos robó una Copa del Mundo, ¡nos la robó! Y yo no olvido”.
*Cierto es, no olvida. Tiene una privilegiada memoria, afortunadamente sigue sin
saber el domicilio de Codesal; la única duda que nadie le ha ayudado a resolver.