Franco Ramírez, jugador de la Asociación de Futbol para Ciegos de Corrientes, pasó un mal rato en la comisaría luego de denunciar un robo.
Mientras un chico de 11 años cuidaba sus cosas, en un descuido un ladrón se llevó las pertenencias de Franco, quien vivió lo inverosímil cuando uno de los policías, de forma ridícula, le preguntó si había “visto algo”, según relató para la estación radial Radio Dos.
Lo evidente, que es la desaparición de sus pertenencias, no pudo ser denunciado porque los oficiales le explicaron que “no podían buscar a nadie ni hacer un allanamiento porque necesitaban alguien que haya visto el hecho”.
Así como Franco se enfrentó al absurdo, la afición mexicana debió soportar las percepciones que negaron lo evidente la noche del juego contra Trinidad y Tobago. Aunque todos los hinchas fueron conscientes de que el cuadro nacional dio un partido lamentable frente a los caribeños, Miguel Herrera actuó como los policías que evadieron la denuncia de Ramírez.
“Mi equipo no jugó mal”, expresó el estratega nacional negando lo que a ojos de todos fue bastante claro. Si no hay un testigo 'válido'(es decir, el círculo cercano y cuerpo técnico del Piojo) de que el cuadro nacional haya dado las facilidades que dio, el técnico no actuará en consecuencia y los resultados podrían ser catastróficos. Si Miguel y su equipo no vieron el hecho, nadie más lo vio.