Las sonrisas se contagiaron entre el público, los atletas y los funcionarios en Toronto. La fiesta del deporte en América estalló esta noche en Toronto, sede de los Juegos Panamericanos 2015.
Canadá hizo honor a su multiculturalismo en la inauguración, celebrada en el Rogers Centre, casa de los Toronto Blue Jays. En lugar de hacer resaltar únicamente las tradiciones del país, buscó que el espectáculo involucrase a cada una de las naciones participantes con elementos de éstas y también se hizo referencia a la emigración.
La unidad, esa que a veces se cree ausente en tierras canadienses por las raíces tan diferentes de sus dos culturas más importantes (la anglosajona y la francesa), se hizo presente en un momento emotivo durante la interpretación del himno nacional. Un angloparlante, el músico Chilly Gonzales, quien estuvo al piano, compartió escenario con la francófona Véronic DiCaire. Ambas culturas recibieron el mismo protagonismo, logro de la noche mágica de Ontario.
Este sentido de convergencia deportiva se reflejó en el desfile, cuando el aplauso se hizo mayúsculo al recibir a la delegación local, que buscará ser una piedra en el zapato de las ambiciones estadounidenses y su dominio casi totalitario en la historia de los Panamericanos.
Por otra parte, la presencia mexicana se sintió en la pista al entrar al Rogers Centre los 501 atletas tricolores encabezados por la raquetbolista Paola Longoria. Las esperanzas de una actuación que por lo menos iguale lo conseguido en Guadalajara 2011 recae en este numeroso cuerpo de deportistas, que con sonrisas y gritos de “México” saludaron a las cámaras y a las decenas de miles de asistentes al evento.
La fiesta inaugural inició su ocaso con la presencia del Cirque du Soleil, que brindó un espectáculo acrobático y honró a los 12,500 voluntarios que estarán presentes en los Panamericanos, seguido de una representación artística de las diferentes disciplinas en un contexto autóctono.