Por: Ángel Armando Castellanos | @aranha_azul
La sonrisa de Ronaldinho no se manifestará cuando recuerde su paso por México. No por Querétaro, por las canchas mexicanas. Los goles no los celebró; los lloró.
Dinho ha padecido en las dos finales jugadas en un país que lo aclamó. En agosto de 1999, cuando era muy joven, lloró por culpa de Cuauhtémoc Blanco y compañía. Un 4-3 que lo marcó para siempre. En 2015 padeció los festejos de Javier Orozco. Un 5-0 imposible de olvidar.
Salvo que ocurra un milagro en la otrora “maldita” Corregidora, el brasileño no podrá presumir de títulos en la tierra de Moctezuma. Esos que ganó en Brasil, en Francia, en España y en Italia.
Casualmente, los dos rivales que más lágrimas provocaron en el hombre de la eterna sonrisa vistieron de verde. Un verde que nunca le sentó bien. Uno que hoy le provocará pesadillas.