Cuando Lionel Messi toma un balón se transforma. Se convierte en el mejor futbolista del mundo, lo trae en los huesos, en la sangre, en el ADN. Pero cuando se trata de su hijo Thiago, el argentino se vuelve como cualquier mortal.
Y es que según cuenta la periodista Verónica Brunati para el periódico Canchallena, semanas atrás, Messi se tambaleó al descubrir la independencia de su primogénito, el pequeño no quiere volver a casa después de la escuela, quiere permanecer. Además, el argentino, teme que vuelva a ser así con la llegada de Benjamín, su próximo hijo.
El futbolista se nota cada vez más maduro junto a sus dos familias, la de sangre y el Barcelona, y es que después de cuatro años de ser el elegido como el mejor del mundo y perder la final del Mundial, el argentino volvió a preguntarse por la fórmula para regresar a la mejor de sus formas en el plano deportivo. Una respuesta poco sencilla para una pregunta tan compleja por parte de Leo.
El nutriólogo que atiende a Messi en Venecia, Giuliano Poser, tenía la posible respuesta, mejorar los hábitos de Lionel y finalmente acertó.
Esta temporada fue la segunda ocasión en la que el jugador visitó a Poser tras la campaña 2008-2009 con Guardiola al mando del equipo. El resultado arrojó sorpresas, Lio bajó cinco kilos en nueve meses y sumó potencia, velocidad y explosividad.
De esta forma Messi regresó a ser el de antes, volvió a la carga para romper récords (por si alguno le faltaba) y para participar en 79 goles en lo que va de la temporada con 53 anotaciones y 26 asistencias.
Además del excelente estado físico del argentino, la relación con sus compañeros de área, Suárez y Neymar, y su eterno escudero, Mascherano, lo catapultan al olimpo. Después de todo Messi encontró la respuesta en el mismo lugar que la consiguió hace años, en Venecia.