Por Jesús Sierra
“La capacidad de inspirar late dentro de Zidane” escribió Amy Lawrence en una crónica de The Guardian después de la victoria de Francia ante Brasil en el 2006, en la que el entonces seleccionado dio una cátedra de cómo jugar, inspirar y hacer creer a todos que la magia existe. Tan sólo 12 años después, Zinedine Zidane, ahora como técnico no sólo inspira, también empuja a sus futbolistas a emularlo y no perder lo que él mismo llama “el hambre“.
¿Cuál puede ser la aspiración de un jugador que lo ha logrado todo? Aumentar su leyenda, volverse eternos, a través de un gesto, un gol, una jugada que se quede para siempre en la mente de los espectadores, en un equipo donde todo parece tan autoritario y empresarial como el Real Madrid, el último tercio del campo, de cara al arco rival es el único espacio donde Zizou les brinda libertad a sus jugadores. “Hay objetivos pero hay que conservar la pasión“, apuntó en el técnico madridista sobre cómo mantenerse dentro del juego.
De ser tachado como un “parche” o un “bombero”, ahora es considerado el creador de una dinastía; Zidane no se cansó de dejarnos boquiabiertos y buscando explicaciones para lo que hacía como jugador; en ésta etapa como técnico, de nuevo nos deja con la sensación de que es un mago, capaz de cosas incomprensibles y que para algunos “trucos” requiere algo más que suerte.