Arsène Wenger se enojó el fin de semana en el partido de su Arsenal contra el Burnley y hasta empujó al cuarto árbitro por un penal a favor del Burnley.
“Debí haberme callado, y pido perdón por no haberlo hecho. No fue con mala intención. Tuve que mantener el control, incluso si todo esto ocurrió en un momento muy loco”, dijo Wenger.
“No fue nada malo. Dije algo que se suele decir a diario en el futbol. Nueve de cada diez veces no te expulsan por decir eso. La verdad es que estuve calmado durante todo el encuentro, más de lo acostumbrado, pero debería haberme callado en ese momento.“
Se espera que Wenger tenga una multa económica y por lo menos un par de partidos de suspensión, sanción similiar a la que tuvo Alan Pardew, entrenador del Newcastle en 2012 por un comportamiento similar.