El 2 de mayo de 1997, Tony Blair fue nombrado Primer Ministro de la Gran Bretaña, llegó a Downing Street como protagonista de una aplastante derrota al reinado conservador con 18 años de posesión. El joven líder que con su elección reposicionó al Partido Laborista continúa encendiendo discusiones entre detractores y seguidores, la abominación y la magia se encuentran para intentar calificar la década de su gestión.
Desde sus años universitarios, el desenfado fue característico; la pasión por tocar la guitarra eléctrica y hasta formar una banda: The Ugly Rumours acapararon su energía, hasta que decidió redefinir su futuro en las aulas y estudiar derecho laboral. Aquella frescura y juventud tomaron por sorpresa a su propio partido. Lo dotaron de valentía para lanzarse contra la izquierda tradicional con su talento como orador para atraer a los votantes y la propuesta de transformación a través de la Tercera Vía como carta fuerte. Los resultados históricos en las urnas de forma consecutiva: 1997, 2001 y 2005, dieron la razón a un ciudadano que castigado por años, le daba oportunidad a Blair de cambiar su destino.
Rechazado por la izquierda europea, mantuvo la propuesta de la educación como motor del desarrollo, pero no lo alejó de la crítica que lo hacía cargar con el mote de 'Hijo de Tatcher' , un vínculo del que no pudo desprenderse, pero fue aplaudido por otros dirigentes que se aferraban a la concepción del ciudadano independiente del Estado. Probablemente ni sus seguidores puedan defender la entrega total de Primer Ministro al gobierno de Estados Unidos, la relación que pronto dio la razón a quienes la condenaban. George Bush encendió la hoguera, cuando aún entre la confusión del 11-S, agradeció: “América no tiene otro amigo más cercano que la Gran Bretaña”.
Los ciudadanos dieron la espalda a la guerra y castigaron en las urnas la decisión de aliarse a la Cumbre de los Azores que puso a funcionar el cronómetro en contra de Saddam Hussein y el desarme en Irak. La gota que derramó el vaso fue el atentado de julio del 2005 contra el metro londinense que cobró 52 víctimas y en la menor consecuencia, dilapidó las reservas de simpatía hacia el Primer Ministro, atrás quedaron las encuestas que rompían récord. El sueño caducó.
Curiosamente, el vínculo más fuerte que Tony Blair tendría con el ámbito deportivo parte de las burlas. Alguna vez el Primer Ministro debió salir a callar un rumor que durante años mantuvo su nombre entre risas cuando se hablaba de él como aficionado al Newcastle, a partir de un diario inglés comenzó a esparcirse una declaración sobre su admiración hacia Jackie Milburn, leyenda de 'Las Urracas', en ellas aseguraba haberlo visto jugar, pero las fechas lo ridiculizaban, Blair tenía cuatro años cuando el futbolista abandonó las canchas.
Además, de acuerdo con el reportero de The Sunday Sun, el Primer Ministro aseguró haber asistido a una zona del St. James Park en la que no existían asientos en esa época. Tuvo que pasar más de una década para que apareciera a desmentir las declaraciones, Blair explicó que el reportero le hizo dos preguntas y relacionó las respuestas que desataron la burla extendida. A pesar de la bochornosa situación, el ex Primer Ministro sigue reconociéndose como fanático del equipo inglés, aunque no es un miembro querido por los fieles a 'Las Urracas'.