Por: Dante García
Amo y señor de la pelota parada, Toni Kroos se dispone a cobrar todo tiro libre desde cualquier rincón de la cancha; es el encargado del saque de esquina por ambas puntas y el sigiloso francotirador cuando recibe la redonda en las afueras del área. En su botín derecho recaen las esperanzas ofensivas de Alemania en caso de que el juego colectivo no rinda frutos. Es también un bombero sobre el terreno de juego. Con serenidad pone el último pase para que las llamas del nerviosismo no devoren las esperanzas teutonas. Está siempre allí, asistiendo a sus compañeros cuando el fuego enemigo parece agobiar al equipo de Joachim Löw.
Si la Alemania actual puede dejar constancia de algo durante su estancia en Brasil es de una tremenda irregularidad, pero aun cuando el panorama resulta sombrío aparece Kroos, por igual valiente que silencioso, para colaborar a la dinámica de equipo con pases largos o toques en corto. Durante su carrera ha sabido combinar la inteligencia con la precisión, es casi infalible al ceder la redonda, pero la fama no le prefiere por encima de los voraces goleadores ni de los espectaculares arqueros. Sin ser protagonista de un juego que él mismo construye, guía a la selección teutona al triunfo cada que la situación se lo exige.
A los 16 años fue reclutado por el Bayern Múnich, pero sus inicios en el futbol se dieron al interior de clubes locales de su natal Greifswald. Deslumbró en la Copa Mundial Sub-17 de Corea en 2007; se coronó como el mejor futbolista de la competición y el tercer mejor goleador. En su palmarés personal figuran un Balón de Oro y Bota de Bronce obtenidas aún sin alcanzar la mayoría de edad. Dos semanas después de su último encuentro con Alemania en tierras orientales, saltó a la cancha con el primer equipo muniqués. No logró afianzarse al interior de un club que siempre ha apuntado a lo más alto. Fue cedido al Bayer Leverkusen durante un año.
Su regreso al equipo de Múnich le brindó mayores oportunidades sobre el empastado, pero fue hasta la llegada de Guardiola cuando se convirtió en un miembro habitual. El español le ha preferido sobre otros referentes del centro del campo, y ante el ojo clínico de Josep hay pocos que le contradigan; ahora es el objeto del deseo en Manchester, pero sobretodo, en Madrid. Kroos sabe que su talento ha sido apreciado en mayor medida durante este mes en Brasil que en toda una vida con el Bayern; su contrato vence en junio del 2015 y hasta el momento se ha negado en renovarlo. Los rumores indican que el equipo de Florentino Pérez le han ofrecido 12 millones de euros al año para firmar con la escuadra Merengue. Con los del Allianz Arena percibe 4,5 millones.
Frente a Brasil disputará su encuentro número 50 como futbolista de Selección. Hasta el momento suma cinco anotaciones con la escuadra nacional y se ha puesto al servicio de Löw durante cuatro años ininterrumpidos. Debutó con la máxima categoría de la Mannschaft a los 20 años con un mes y desde entonces ha sido un habitual en las convocatorias teutonas. Brasil 2014 es su segunda aventura mundialista, a la cual llega como pieza clave en el funcionamiento de una Alemania multifacética más para mal que para bien. Lleva en la espalda el número 18, pero su juego ha sido de diez, en posición y quizá también en rendimiento. Su futuro luego del Mundial es incierto, pero el desenlace será áureo más allá del destino. Mucho dinero se menciona a la par de su nombre.