Por Arturo Castro
COMPAÑERO, PADRE, ÍDOLO, ENTRENADOR, MAESTRO… TODO ESTO Y MÁS REPRESENTA NUESTRO PAPÁ EN EL FUTBOL Y EN LA VIDA
La relación de los padres con sus hijos siempre será una muy especial, una diferente, una que no se olvida jamás. No sólo se vuelven esa figura de autoridad, sino que se vuelven nuestros cuates, nuestros maestros, nuestros guías, nuestros críticos más duros, nuestros ídolos, y sobre todo nuestros ejemplos de vida. El futbol se ha convertido en un vínculo único entre ambos y compartirlo juntos es de las mejores cosas en la vida.
Todo comienza con ese primer regalo, ese primer balón, esa primera camiseta de su equipo favorito, sin duda ver a padre e hijo usando la playera de su equipo favorito es de las cosas más increíbles que hay.
Cómo no recordar la primera vez que fuiste a un estadio a ver a tu equipo favorito de la mano de tu padre, a quedar maravillado al ver a tantas personas cantando a una sola voz por el mismo equipo, y ver que tu padre también es una de esas personas.
Luego el primer entrenamiento, esos nervios de llegar a la cancha y que nuestro padre nos diga “venga campeón, enséñales quién es el mejor”. Tantos fines de semana teniendo a nuestros papás en la tribuna gritándonos incluso más que nuestro entrenador, regañándonos por las cosas que no hicimos bien y festejando nuestros goles o atajadas como si su vida dependiera de ello.
Tantas veces que lo acompañamos a sus partidos a verlo jugar y pensar “wow, algún día yo quiero jugar como mi papá” y verlo como nuestro primer gran ídolo en el futbol, todo para que después él se convierta en nuestro más grande fan.
Ver los partidos de nuestro equipo favorito cada fin de semana, enojarnos juntos, gritarle a la tele, y festejar los goles como animales, aunque nuestra mamá siempre nos dijera que es “solo un deporte”. Así que no, no solo es un deporte, es un vínculo, una pasión, un sentimiento, un estilo de vida, y si no me creen, pregúntenle a cada padre eh hijo en un estadio de futbol, y la respuesta siempre será la misma. ¡Feliz día, papá; digo, ÍDOLO!